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martes, 3 de marzo de 2015

Los juegos de Roberto


Está muy oscuro. A lo lejos se escucha una gotera, cuyo sonido se expande por los amplios pasillos.

- ¿Qué es eso? - Pregunta una chica delgada, de cabello amarillo y con una minifalda que muestra sus torneadas piernas.

- Deja el miedo, Laura – responde de forma enérgica una adolescente de piel blanca y cabello negro, sus pecas eran lo que más abundaban en su rostro – Ni siquiera hemos entrado aún.

- Ali, deja de regañar a Laura – dice una tercera, cuya piel es de color canela y de cabello rizado – esa debe ser una gotera del baño, estamos cerca-

- Cállate y prende la linterna, Diana – reprende Ali – Parece que soy la única que vino vestida a la ocasión.

Diana también tiene un vestido tan corto como el de Laura, mientras que Ali viste con una camisa manga larga y pantalones negros.

- Si seguimos hablando así, nos va a escuchar el vigilante de la escuela – responde Diana de forma desafiante.

- ¿Y por qué no nos vamos? - dice Ali viendo a todos lados. La oscuridad las rodea en la parte de atrás del colegio donde estudian.

- Prometimos que íbamos a hacer esto, nadie se raja ahora- Ali tiene el ceño fruncido. - Vamos por aquí-

Hay una brecha en la cerca de metal que rodea el colegio, Ali lo levanta para que sus amigas pasen.

- Menos mal que no hay nadie por aquí, porque se les ve todo – hay un tono de sarcasmo en la voz de Ali.

- Estúpida marimacha – responde Diana

- Chicas, chicas, apurémonos – dice Laura del otro lado de la cerca, mirando todo a su alrededor.

Las tres caminan hacia una pared llena de huecos de ventilación, el sonido de la gota aumenta a medida de que ellas se acercan al colegio. Diana va de primera y empieza a escalar la pared. La siguen las otras dos.

Pronto están adentro del colegio.

- Vamos por esos exámenes y marchémonos – dice Ali.

Las tres avanzan por los pasillos que están tímidamente iluminados por lámparas de tubos.


Está muy oscuro. El viento pasa con fuerza a través de los agujeros de ventilación que hay en una pared cercana.

- ¡Wow! - dice un adolescente de piel blanca y cabello rapado - ¡Aquí si hace frío, coño!-

- ¡Baja la voz, Gregorio! - responde con enfado un chico de piel oscura que intenta abrir una cerradura – Nos va a escuchar el vigilante.-

- Buff, Barry, con la cancha aquí al lado no hay nada que detenga el viento ¡Que frío hace acá! - comenta Gregorio mientras se pone la capucha de su sueter amarillo.

¡Click! La cerradura está abierta y Barry abre la puerta lo suficiente para que entren los dos.

- Listo, ya estamos dentro del laboratorio de biología. Ahora ¿Dónde lo dejaste? - dice con fastidio Barry.

- A ver... -

Gregorio camina de un lado a otro de las estaciones del laboratorio, mira en los cajones de madera, entre herramientas y utensilios de vidrio.

- ¡Ajá! ¡Aquí está! - triunfante, Gregorio levanta una bolsa de marihuana. - El profe casi me pilla, pero lo pude esconder a tiempo.-

- Sí, pero lo olvidaste, idiota. Vámonos.-

Los chicos caminan hacia la puerta. Escuchan unos pasos en el pasillo, se detienen. Gregorio se pone pálido.

Barry hace unas señas para que caminen hacia atrás. Se esconden detrás de la última estación del laboratorio.

- ¡Mierda! ¡Mierda! - dice Gregorio repetidas veces.- ¡No me pueden expulsar de otro colegio! ¡No pueden!-

- ¡Shhhhh! - le reprende Barry.- Baja la voz. Vamos a quedarnos aquí un rato hasta que se vaya el vigilante.

Los pasos suenan con pesadez en el pasillo. Retumba el eco por las paredes hasta hacer temblar a los utensilios de cristal.

Una ráfaga de viento suena con fuerza.

Está muy oscuro. Hay una vela que apenas alumbra el rincón del aula. A su alrededor hay un oso de peluche, varios tacos de colores y una tabla tallada con extraños símbolos.

- Francesca, solo nos falta decir las palabras y el conjuro estará listo ¿No estás emocionada? - una chica pálida, delgada y vestida totalmente de negro, aplaude repetidas veces, pero sin hacer mucho ruido.

- Sí, Jessica, es muy emocionante, pero tienes que controlarte. No consigo el papel ahora – los dedos largos y pálidos de Francesca tiemblan en su mochila negra con una gran calavera blanca. Resopla para que su cabello lacio y morado no le obstaculice la visión.

Mueve dos libros, esquiva su reproductor de música portátil, alcanza el fondo de la mochila de donde saca un papel arrugado y amarillento.

- Aquí lo tengo. Ahora sí estamos listas. Ya conoceremos a Roberto – Francesca sonríe ampliamente. Le toma la mano a su amiga.

Coloca el papel amarillo sobre la tabla y entre las dos empiezan a leerlo al unisono.

A esta hora en la oscuridad
que se abra la puerta del más allá
que nos permita la bienvenida
a Roberto entre los que tenemos vida

Silencio.

- Ni modo, Francesca, igual había que intentarlo -
- No lo entiendo. Si lo asesinaron aquí, su alma debe estar atrapada en este salón... a lo mejor sí...-

De un solo golpe la vela se apaga.

- ¿Qué...? - apenas exclama Jessica, pero la risa de un niño le interrumpe.

Silencio.

- ¿Ro... Roberto? - dice Francesca.

- (risas del niño) ¿Quién... me busca?- responde desde la oscuridad con un tono juguetón.

- Ho... ho... hola, soy Francesca -

El niño estalla en risas. Se enciende la luz del aula y está flotando sobre las chicas, con sus ojos negros sin vida, su ropa rasgada, sus dientes afilados sonríen con malicia.

La risa de Roberto hace eco en todo el colegio.


- ¿Qué fue eso? - dicen al unisono Laura, Ali y Diana en la oficina de profesores. Lo mismo exclaman Gregorio y Barry desde el laboratorio de biología.

- ¡No sé que es eso! ¡Pero tampoco lo quiero averiguar! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! - Laura grita sin control, sale corriendo de la oficina. Ali y Diana corren tras ella.

- ¡Espera Laura! ¡Espera!-

- ¡Vamonos loco! ¡Prefiero a que me expulsen a que me maten!- Gregorio marcha a toda velocidad y deja el laboratorio. Barry va detrás de él.

En la conexión del pasillo principal hay una gran colisión, todos los personajes caen al suelo, excepto Jessica. Los muchachos se miran entre sí.

- ¿Quiénes son ustedes? - Diana apunta con la linterna a la cara de Barry.

- Relájate, solo se nos había quedado... algo...-

- ¿Laura? ¿Eres tu? - dice Gregorio. Diana le apunta con la linterna.

- ¿Gregorio Carpio? ¿Qué mierda haces aquí? - reprendió Ali.

- Lo que dijo mi amigo Barry, veníamos porque... porque...-

- ¿Dónde está Jessica? ¿Dónde está Jessica? - Francesca está fuera de control.

- ¡La zombie está aquí también! ¿Qué hace aquí la enferma esa? - recrimina Laura.

- ¿Qué está pasando acá? ¿Quién es Jessica? - dice Barry.

- ¡Ahí viene! ¡Ahí viene! - Francesca se arrastra hacia atrás.

- ¿Quién? ¿Quién viene? - Diana voltea con la linterna.

Diana alumbra a Roberto, quien camina lentamente hacia ellos. Ríe.

Todos están petrificados. Roberto, empieza a levitar enfrente a ellos y Diana no deja de iluminarlo. La linterna se apaga. Oscuridad.

Todos gritan.

- ¡JUGUEMOS! - ríe Roberto.

Foto de Fallen Angel

Una fuerza sobrehumana atrapa al grupo de jóvenes que vuelan por los aires.

En el trayecto son separados.






Escoge una pareja


Ali y Francesca

Barry y Laura

Diana y Gregorio






Escribe en los comentarios la pareja que deseas saber su suerte, junto con tu email para enviártelo directamente.

O envíame un correo a mynameisteo@yahoo.com con los nombres de los personajes que quieres saber su destino en el asunto.

@mynameisteo

lunes, 23 de febrero de 2015

Iniku



Iniku nació como una bebé más en el Hospital de aquel pueblo minero.

Su piel canela y sus ojos marrones cautivó a sus padres desde el primer momento en que la vieron.

Iniku creció en ese pueblo, ahí jugó, rió y cursó su escuela entre subidas y bajadas.  Los amigos de infancia la acompañaron hasta la secundaria. Estudió lo suficiente para aprobar, disfrutó la fiesta de graduación por todo lo alto.

Su vida era casi normal. El único problema de Iniku llega cuando cierra los ojos.

La primera vez pasó al segundo día de haber cumplido 18 años. Soñaba con que volaba, con que su cuerpo no pesaba y rozaba el techo de su habitación.

Al abrir los ojos por la mañana, descubrió que no era un sueño al tener su cara frente a la lampara del cobertizo. Al estar despierta, su cuerpo volvió a tener peso, cayó sobre su cama y rebotó para tener un aterrizaje forzoso en el suelo.

Sus padres abrieron la puerta alarmados por lo que ocurría. Ella les dijo que solo había caído de la cama.

Esa noche, a Iniku le costó conciliar el sueño. Solo cerraba los ojos y cuando tenía la sensación de ser una pluma, despertaba de golpe, para evitar volar alto. El sol se asomó por su ventana y ella apagó con terror su alarma. Debía ir a la universidad.

Iniku tenía los ojos pesados en el camino. Sentada en el autobus, le hacía una lucha al sueño que la atacaba. Hasta que se rindió y se quedó dormida. Su cuerpo fue a parar al cobertizo del bus y un señor aprovechó para tomar su puesto.

Así, Iniku decidió que tendría que aprender a dormir. Usó piedras en sus medias, pero despertaba parada en su cama. Usó cuerdas para amarrar sus manos, pero despertaba con las muñecas moradas. Incluso colocó sobre ella todos sus libros, pero fue inútil, despertó flotando y al caer en la cama, lo hizo sobre un montón de libros rígidos.

Hasta que cambió su forma de dormir. Lo hizo boca abajo. Así que cuando abría los ojos estaba lista para el aterrizaje. La técnica le duró sus años de soltera, pero conoció a Leonardo, el chico que la enamoró locamente.

Tuvieron un noviazgo lleno de rosas, paseos y chocolates. Luego empezaron a hablar de matrimonio, pero Iniku esquivaba el tema, no quería que Leonardo supiera de su anormalidad.

Sin embargo, el amor fue más fuerte que su defecto. Y en la noche de bodas quedaron rendidos después de tanta pasión...

... a la mañana siguiente, Iniku estaba aún en la cama.

Cuando miró a su alrededor, Leonardo le tenía un brazo encima.

Iniku respiró profundo y volvió a dormir.

Nunca durmió tan bien.

@mynameisteo

sábado, 1 de noviembre de 2014

Misión Aria

Zerj repasa con su mirada el mapa en la pantalla gigante. Estudia una y otra vez las posibles opciones que tienen para entrar al archivo de los invasores donde hay valiosa información para los localistas.

Mientras que a su alrededor los soldados caminando no se detienen, vienen de todas direcciones y van hacia diferentes cubículos. Carpetas, tablets, fotos, armas, cualquier objeto que llevan en mano parece de amplia importancia.

Los pensamientos de Zerj son interrumpidos por un mensaje en su viejo celular.


Zerj sonríe. Mira a su alrededor y cada quien está en su tarea correspondiente. Fija la mirada sobre Rafael, quien revisa profundamente unos planos en una pantalla pequeña.

Zerj camina hacia afuera del centro de mando.

La claridad del sol impacta en los ojos de Zerj, después de haber estado por numerosas horas en la fría y oscura oficina.

Le tocan el hombro. Es Rafael.

"¿Qué pasa, compadre? ¿Ya tienes la ubicación preparada?"

Zerj saca una cajetilla de cigarros.

"No, salí a fumarme un cigarro a ver si..."

"Lo necesitamos pronto, compadre. Cuando entres ven a mi puesto, que te muestro unos planos para patearle el culo a los invasores. Ya verás". Rafael vuelve hacia adentro a paso acelerado.

Suena el celular de Zerj, quien sigue con la mirada en Rafael.

Suena el celular.

Zerj enciende un cigarrillo. Toma una bocanada. Camina alejándose de la entrada al cuartel general. En el estacionamiento hay pocos carros, pero ningún soldado.

Suena el celular.

Zerj atiende.

"Aquí Cartagena. Dígame".

"¿Puedes hablar?", suena la voz de Angelina desde el otro lado de la línea.

Serj echa una última ojeada. No hay nadie alrededor.

"Sí".

Silencio.

"Estoy muy nerviosa".

"Todavía estamos a tiempo de cancelar".

"No, no... esta vez tiene que ser hasta el final. Si no, no hay más intentos".

"Bien... bien. Pues me alegra escuchar eso".

Silencio.

"¿Tienes todo listo entonces?" retoma la conversación Zerj, mientras fuma.

"Sí... pero ¿Cómo harás? Estás muy ocupado en el centro"

"Yo me encargo. Que ganas tengo de verte...".

"Yo también. ¿Debo llevar comida? ¿Cuánto tendré que pagar de la habitación? ¿Ya hiciste la reserva?"

"Me encantaría responderte cada una de las preguntas, pero solo tengo tiempo para una respuesta. Sí, ya hice la reserva. Por lo demás, como se te haga más cómodo para ti... tengo que volver. Hasta pronto".

Zerj termina la llamada, mira su reloj, son las 14:00 horas. Entra y vuelve a ocupar su lugar frente al mapa con el gran punto rojo en el centro.

"¿Y bien, compadre Cartagena?", Rafael se le acerca a Zerj. "Te dije que te acercaras a mi puesto cuando regresaras".

"Sí, Rafael, pero ¿Ves estas dos líneas de aquí arriba? Creo que esa será nuestra oportunidad, aquí hay una conexión..."

"No la hay. Ahí no tenemos oportunidad, Zerj, mira bien esas dos líneas, ya esto se ha intentado antes"

"No se intentó nada. Aquella vez fue por la línea tres. Es diferente"

"Lo veo igual. Creo que debes esmerarte más"

Zerj respira profundo, pone su mirada en la pantalla. Intenta explicar una vez más.

"Mira. Estas dos líneas son la parte más débil de ellos y tiene las vías de escape más fáciles para nuestros infiltrados ¿Lo ves?"

El capitán Eli se une a la conversación. Su voz gruesa y profunda corresponde con su contextura obesa.

"¿Qué tiene que ver?"

"Capitán Eli, señor. Creo que he encontrado un buen espacio. Tenemos oportunidad en estas dos líneas. Hay formas de escapar muy fácil una vez logrado el objetivo, traer la información que necesitamos".

"Bien, bien, bien, agente Cartagena, me gusta lo que escucho. ¿Cuándo te reunirás con nuestros infiltrados?".

"Esta noche misma, señor. Salgo en el tren de las cinco"

"Hmmm... no me gusta que me avises con tan poco tiempo antes de marcharte, pero tienes mi permiso. Tomate seis días para estas reuniones, no quiero que te apresures así el enemigo no verá ningún patrón".

"Sí, señor".

"Estos infiltrados ¿Pertenecen al brazo armado?"

"Mejor aún, capitán", interrumpe Rafael. "Son civiles. El único que tiene contacto con ellos es Zerj, así garantizamos máxima seguridad a estos voluntarios".

"Bueno, si les pagas una bolsa de monedas de bronce, no creo que sean voluntarios. Me gusta más el término infiltrados, agente Collins".

"Sí, señor", responde Rafael. El capitán Eli se va y Zerj tiene una mirada de satisfacción mientras copia el mapa en un pequeño dispositivo de memoria.

Rafael se cruza de brazos.

"Está bien, ahora sí lo veo", dice Rafael viendo la pantalla.

Zerj sonríe y se va.

Son las 20:00 de la noche. Zerj tiene puesta una gabardina negra que le oculta su uniforme militar. Mira su reloj, luego observa el de la estación de tren que está en medio de la oscuridad. Marcan la misma hora.

Hay un hombre durmiendo sobre periódicos a cinco pasos de donde está parado Zerj con su maleta de ruedas.

20:03 pm. Hay un tímido temblor en el suelo. A lo lejos una luz débil. Zerj sonríe, es el tren que está llegando.

El tren se detiene y solo se baja una muchacha delgada, cabello amarillo, con un sobretodo marrón oscuro que le cubre todo el cuerpo. Su sonrisa contratasta con la poca iluminación del lugar. En su hombro derecho tiene un bolso deportivo.

Zerj apura el paso hacia ella, halando su maleta.

"Bienvenida a Aria, Angelina".

"Gracias, Zerj".

Ambos se abrazan en silencio.

"¿Y qué tal es este pueblito? ¿Ya comiste? ¿Dónde nos quedaremos?"

"Que bueno que tenemos toda la noche para responder a tus preguntas", sonríe Zerj.

"Perdóname... yo.", Angelina hunde su cara de vergüenza. No puede evitar sonrojarse.

Zerj le agarra la mano. Ambos caminan fuera de la estación y entran a la calzada de piedras del pequeño pueblo que está a oscuras.

"No tienes que disculparte por nada. Te entiendo... ¿Está bien si te agarro la mano?"

"Pues, ya estamos en esto ¿No?" Angelina ríe de forma nerviosa.

Las ruedas de la maleta de Zerj hacen un fuerte ruido al pegar con la calzada, rompiendo con la tranquilidad del lugar.

"Creo que estás haciendo demasiado ruido".

"Descuida... aquí nadie nos conoce. Te encantará este pueblito... y no, no he cenado nada. Tenía unos 15 minutos esperándote desde que llegué".

"¿Aquí harás las reuniones?"

"Eso te lo respondo en el hotel".

El viento es helado. Angelina se abraza fuertemente para darse calor. Zerj mira las calles para ubicarse. Camina una cuadra, luego a la izquierda y la primera a la derecha, están en las puertas del modesto hotel Aria Beach.

Antes de entrar, Angelina agarra por el brazo a Zerj.

"¿Qué vamos a decir? ¿Somos pareja o...?"

"Vamos a decirles que estamos casados y a los cinco minutos se olvidarán de nosotros. No te preocupes más".

Zerj le da un beso en la mejilla a Angelina.

Entran al hotel, en la recepción hay un muchacho con lentes explorando su rostro lleno de acné frente a un espejo. Zerj se aclara la garganta. El chico voltea acelerado, se limpia los dedos.

"Bienvenido, señor", le extiende la mano a Zerj, quien lo mira con indignación. "Ja, ja, ja, perdone me. A esta hora ya no creía que vendría más nadie".

El recepcionista pasa su mano por encima del escritorio y aparece una pantalla. La reservación dice "Familia Nieves". Zerj la señala,  firma y sube las escaleras junto con Angelina, quien mantiene su mirada al suelo.

Al abrir la habitación, el olor a humedad es lo primero que los recibe. Zerj sube el switche y se prende la luz principal. Hay una cama matrimonial en el centro, un televisor pequeño al frente y un minibar en la esquina. Las cortinas cubren la ventana.

Angelina camina hacia una puerta que está al lado de la TV. Es el baño. Prende la luz y hay mucho blanco entre las paredes, las toallas y la cerámica, pero parece limpio.

"¿Qué te parece?" Zerj deja su gabardina en una silla al lado del minibar, camina hacia la ventana, donde hay pequeños focos  y una inmensidad oscura.

"Está bien, supongo".

"La vista es mejor de día. Puedes ver toda la playa desde aquí, te encantará"

"Ah, ¿Aquí es donde traes a tus perras entonces?"

Silencio.

Zerj respira profundo.

"Perdona, no debí decir esto. Me pasé", dice Angelina, quien todavía tiene puesto su sobretodo.

"Mira, ya te lo dije por teléfono. Entre nosotros no ha pasado nada y no pasará nada si así lo quieres"

Angelina se quita el sobretodo. Lo lanza en la silla encima de la gabardina. Abraza a Zerj y con sus ojos verdes viéndole profundamente le responde.

"Y como te dije por teléfono. Esta vez llegamos hasta el final".

El beso es inminente. Apasionado. Cargado de desesperación. Las manos de Zerj se pasean entre la espalda y las nalgas de Angelina. Las manos de Angelina repasan la cabellera rizada de Zerj, le acaricia la cabeza, el cuello. Están atrapados en las manos del uno al otro.

Zerj toma a Angelina en sus brazos y la empuja a la cama. Ambos ríen. Zerj se quita el uniforme, las medias, los zapatos, a la mayor velocidad que puede. Angelina también se deshace rápidamente de su jean y su blusa. Pronto está desnuda en la cama con sus piernas abiertas.

Zerj la mira fijamente, tratando de grabar cada detalle de su cuerpo desnudo. Angelina lo observa a los ojos, intenta disfrutar cada segundo de este momento... Zerj se lanza sobre ella, siguen los besos, las caricias se intensifican.

Así empieza la noche para ellos...

... amanece...

Zerj mira como la estancia se ilumina con el sol de primera hora del día. Angelina está en su pecho, con una sonrisa maliciosa.

"Ya pasó la noche... increíble..."

"Lo sé. Valió la pena. Estar contigo es aún mejor de lo que imaginaba".

"¿Imaginabas este momento?"

"No... bueno sí... Digo, desde hace mucho tiempo te imaginaba... nos imaginaba así"

Silencio.

"Yo no te pensaba de esa manera... después de todo eres un tipo casado".

"Y tu también estás casada. Pero eso no me frenó. Eres hermosa. Inteligente. Cariñosa... no entiendo que haces con alguien como Rafael".

"Tenías que mencionarlo ¿Verdad? La cagaste, Zerj".

Angelina se levanta molesta, busca su ropa interior. Zerj la abraza. Angelina se lo quita de encima.

"Perdón, no tenía que mencionarlo"

"Yo no he mencionado a Patricia en toda la puta noche. Además, si tu matrimonio es tan perfecto con ella ¿Por qué estás aquí conmigo?"

"Mi matrimonio dista de ser perfecto"

Silencio. Zerj vuelve a la cama. Angelina se coloca su ropa interior. Mira a Zerj y regresa a su posición.

"Perdóname", dice Angelina. "Desde hace tiempo no soporto a Rafael, es verdad. Pero no es eso lo que me impulsó a estar contigo... Tu eres él que me empujó a esto. Nuestras conversaciones. Esa chispa que había cada vez que nos llamábamos, nos escribíamos, cuando nos visitaban o cenábamos en tu casa".

"Yo siento lo mismo. Paty y yo estamos bien. Pero contigo estoy mejor".

Suspiros. Silencio.

"Hay una guerra allá afuera y nosotros complicando las cosas con... con esto", dice Angelina.

"No es complicarse. Esto tenía que pasar. Y lo de la guerra, no te preocupes, si logras la misión que te daré, la terminaremos pronto".

"Sí, la cumpliré. Ya lo verás".

"Bien, a partir de mañana, serás nuestra infiltrada... Déjame buscar las instrucciones".

Zerj hace un ademán de levantarse de la cama, Angelina lo empuja y se vuelve a echar.

"Primero desayunemos. Luego hablaremos del trabajo".

Angelina besa apasionadamente a Zerj como si no hubieran hecho el amor en años.

Continuará...

@mynameiteo

lunes, 12 de agosto de 2013

Vienen los Tretzals

Informe nro. 12-126Estatus: CONFIDENCIAL

Extracto de la bitácora del soldado Carlos Arias.


Santa Elena de Uairén, 23 de julio de 1999


El origen de los Tretzals no está claro, se supone que hayan nacido de alguna parte de la vasta selva del Amazonas en Sudamérica. Pero su propósito sí es evidente, destruir la humanidad.

Tan grandes como robles y con pieles tan duras como las piedras, los Tretzals han conseguido resguardarse en bosques, alejados de la civilización, donde se alimentan de animales y plantaciones enteras... esperando una oportunidad.

Las comunidades más grandes están a las orillas de los ríos de profundidades interminables. Al menos eso dicen los rumores. Nadie ha regresado de esas expediciones sin sentido.

Al menos no hasta ahora.

Hemos encontrado a un hombre, de cabello largo, canoso y de barba poblada. Dice llamarse Tomás Salinas. Le calculamos unos 70 años de edad. Apareció en mi puesto de vigilancia. Venía corriendo desde la selva, como si corriera por su vida. Gritó que llegó la hora.

Los superiores lo mandaron a encerrar por revoltoso. Nadie le ha dado una vuelta por su celda para saber cuál hora nos llegó.

Las tribus indígenas están nerviosas. Algunos curanderos han predicho el fin del mundo para la mañana del 31 de diciembre, que todo terminará con la llegada de los Tretzals.

Muchos compañeros creen que Tomás está loco. Que los curanderos son unos fanfarrones.

Yo me preparo para lo que viene. No sé si he perdido la razón. Por eso decidí desahogarme en estas páginas.

A primera hora buscaré hablar con Tomás Salinas en privado. Si me voy a preparar tengo que hacerlo bien.

Al parecer, vienen los Tretzals.




jueves, 8 de agosto de 2013

Seis (6)

Para leer la primera parte, haz click aquí

Para leer la segunda parte, haz click aquí

Para leer la tercera parte, haz click aquí

Para leer la cuarta parte, haz click aquí

Para leer la quinta parte, haz click aquí


La carcajada descontrolada de Robert Hannigan era lo único que sonaba en el porsche de la casa de los morochos. Ya era medianoche y no pasaba un carro, como era costumbre. Las casas aledañas estaban en silencio sepulcral.

Así como Armando, quien resistía el dolor de la bala que le había rozado el hombro. La herida no era profunda, pero ardía. El improvisado torniquete que le aplicó Hermes empezaba a aflojarse. Julia estaba a su lado, temblando, pendiente de Rafaela que parecía desmayarse en cualquier momento a causa de los golpes que le propinó Robert.

Alfonso disimulaba su lucha por quitarse las amarras, pero las grapas de plástico se hacían más fuertes con cada movimiento suyo. Sin embargo, las de las piernas ya habían bajado hasta la altura de sus talones. Estaba cerca de desatarse.

Krystal estaba fría. No sabía que decir ante las últimas palabras de Robert. Armando fue quien rompió las risas del invasor.

Armando
Robert... Robert... ¿De qué carajos hablas? ¿Cómo que Krystal estaba destinada a Alfonso?

Robert cambió la cara. Estaba serio y con la mirada perdida. Apuntó a Armando y se mantuvo en lo más alto de la escalera.

Robert
Vuelve a contradecirme y la próxima vez no fallaré. Te metere un fucking tiro en la cabeza.

Krystal (protegiendo a Armando)
Si quieres matar a alguien. Hazlo. Tendrás más razón de que esté muerta a que yo sea para Alfonso.

Alfonso (sorprendido)
Vaya, disculpa si te ha ofendido con que estemos juntos.

Krystal
No es eso mi amor, pero si eres gay, cosa que no me importa, es obvio que no podemos estar juntos. A mi me falta algo en mi cuerpecito que te gustan de otros cuerpos.

Krystal y Alfonso ríen. Robert los ve moviendo su arma de un lado a otro.

Armando
Sí, aunque con la suerte que ha tenido Krystal con los hombres, sería una raya más para el tigre.

Todos ríen. Incluso Rafaela hace unas carcajadas a pesar del dolor. Robert grita.

Robert
¡Stop, stop, stop! ¡Lo están haciendo otra vez! Estoy aquí enfrente de ustedes, tratando de caerles bien, de ser parte del grupo y ustedes se ríen como sino existiera ¡Me tienen harto!

Armando
Pero ¿Qué pretendes, Robert? Vienes con un arma. Le caes a golpes a Rafaela, drogas a Alfonso y también quieres que te caigamos bien. No te entiendo.

Krystal
Y yo entiendo menos eso de que yo estoy destinada para Alfonso. Me gustaría que te explicaras.

Por primera vez en al noche, Robert se sentó. Su mirada cambió de ira a diversión, como si estuviera hablando de un viaje que hizo a Disney.

Robert
Fíjense, cuando me sentaba a verlos cada noche, empecé a comprender lo que pasaba. Veía los chistes, las reacciones de cada uno de ustedes y ahí se mostró el destino de cada uno de ustedes.

Las risas habían desaparecido. Cada rostro reflejaba tensión. Mientras Alfonso seguía bajando las ataduras de sus piernas, ya estaban a punto de finalizar el talón.

Robert
Lo vi clarito. Krystal... como les adelanté... con su belleza única, su figura perfecta, su rostro hipnotizador, terminará con Alfonso, el más preocupado por su cuerpo. Un hombre que sabe cuidarse a si mismo, sabe como cuidar a una bella dama como Krystal... y está Rafaela, la mujer más fuerte que he conocido, apenas le he dado una docena de golpes y todavía está ahí, parada, resistiendo...

Armando fue detenido por Krystal y Alfonso, quería atacar a Robert, quien colocó su revolver cerca del cráneo del morocho. Hermes y Julia quedaron fríos viendo el arma más cerca, estaba junto frente a sus ojos.

Robert
Armando, please, dejame continuar... (bajó el arma. Armando se echó hacia atrás)... en fin... Rafaela es fuerte, tan fuerte que puede proteger a.. justamente a ti, Armando, que eres tan débil, tan callado, tan parte de la manada.. ustedes serán un matrimonio ideal. Con muchos niños... y por supuesto, quedan los inteligentes del grupo, los cerebros. Sus conversaciones son tan elevadas en el plano intelectual que harán una danza de potencialidades, fórmulas químicas y experimentos biológicos que los hará enamorar. Julia heredará la casa y hará un jardín de especias, con orégano, albahaca, ají picante... beautiful... verá crecer los retoños mientras crece su viente con el primogénito, hijo de Hermes... Es una linda historia...

Hermes no pudo evitar soltar una lágrima. Julia estaba temblando, al igual que Krystal. Armando trataba de entender lo que decía Robert. Rafaela se estaba recuperando y crecía su rabia contra el agresor. Alfonso ya se había liberado las piernas.

Armando (en tono contestatario)
Así que lo tienes todo resuelto, ¿Eh, Robert? Veo que tienes la historia perfecta de nuestras vidas... pero no sabes cuanto estas equivocado. ¿Sabes por qué? Porque no nos conoces. Porque te quedas con la superficialidad de nuestra imagen desde la acera de enfrente, pero te voy a decir algo. Por mucho que quiera a mi Rafaela hermosa, nunca pudiera ser su novio ¿Sabes por qué? Porque los ojos con los que veo a Rafaela son los mismos con los que veo a mi hermana Julia y así veo a Hermes y a Alfonso ¡Como mis hermanos! Pero eso no lo entenderás nunca, Robert, porque tu no tienes amigos para saber lo que se siente.

Rafael volvió a llevar la pistola a la frente de Armando.

Robert
Te advierto que te estás pasando de la raya. Su destino ya está escrito... tu terminarás con Rafaela.

Rafaela (en tono desafiante)
¿Por qué tu lo digas? Estás loco, chico, además, ¿Cómo sabes que no tengo novio yo?

Robert llevó su pistola a Rafaela

Rafaela
¡Porque te olvidaste de mi! Y sí, tengo novio desde hace un año ¿Sabes por qué no lo sabes? Porque no me conoces. Porque no tienes ni idea de lo que hemos pasado juntos Armando y yo. Para tu información, aunque no tengo porque decírtelo, Armando me ayudó a superar mi depresión cuando no fui aceptada en la universidad, cuando estuve desempleada por casi dos años ¿Cómo te quedó el ojo? Resulta que YO soy la débil y Armando es el fuerte.

Rafaela escupió los pies de Robert. 

Robert (con el dedo en el gatillo)
You fucking bitch...

Alfonso saltó con sus manos atadas pero con sus pies liberados hacia el demente, que dejó escapar un tiro que penetró el metal del portón. Armando y Hermes también se abalanzaron sobre el atacante. Alfonso intentaba empujar hacia el piso a Robert con su hombro y lo logró. Al caer, su arma salió volando. Hermes lo tomó por las piernas y Armando le apretó el cuello. Krystal voló hacia adentro de la casa con Rafaela y Julia.



La pelirroja regresó con unas tijeras y cortó la grapa de Alfonso. Mientras los chicos trataban de controlar a Robert, Alfonso entrelazó sus dedos, mostró las palmas al frente, estiró los brazos y pareció sonar cada hueso de sus extremidades. Mostró una sonrisa malvada.

Alfonso
¿Nunca has visto a un gay... molesto?

Alfonso saltó sobre Robert y empezó a molerlo a golpes. El catire apenas podía defenderse con Hermes tomando sus piernas. 

La sirena de la policía sonó. La patrulla había regresado. Andrés salió corriendo hacia la casa, apuntando con su arma.

Andrés
¡Quieto todo el mundo!

Alfonso se quitó de encima de Robert, quien apenas respiraba pero estaba consciente. Hermes se levantó y Julia salió de la casa, con las llaves en mano. Le abrió al oficial, mientras que Krystal y Armando se abrazaban.

Andrés
¿Qué es todo esto?

Julia
Nuestros amigos aparecieron, señor Andrés. Ese muchacho los secuestró y los trajo a la casa.

Andrés (apuntando a Robert)
Ciudadano, levántese.

Alfonso
Creo que no responderá por un buen rato

Andrés
¿Usted le dio esa paliza?

Alfonso
Yo...

Hermes
... yo también le di

Armando
Yo también lo golpeé

Andrés
Bueno, bueno, bueno, digamos que se estaban defendiendo. Carlos, llévate al catire.

El segundo oficial entra a la casa con su arma apuntando a Robert, quien intenta levantarse del jardín de la casa de los padres de los morochos. Como puede lo levanta y con un lento caminar llegan a la camioneta de la policía. Le coloca las esposas y lo mete en la parte de atrás. 

Hermes le entrega la pistola de Robert a Andrés.

Andrés
Vamos a la comisaría para que presenten cargos. ¿Quién va conmigo?

Hermes
Yo. Solo permítame vestirme para la ocasión y voy con usted.

Krystal
Julia, acompáñalo. Yo me llevaré a Alfonso, Rafaela y Armando que necesitan un médico.



Así se separa el grupo. Hermes y Julia van a la comisaria y Krystal se lleva a los lesionados a la clínica que esta a 10 minutos de la casa de los morochos.

Krysal manejaba el malibú y a su lado estaba Armando, quien le agarró la mano. La pelirroja respondió con una sonrisa.

Pasaron dos años en calma...

Krystal estaba vestida con una bata de color turquesa. Sentada en el porsche de la casa de los morochos con sus piernas cruzadas, dejando mostrar sus torneadas piernas. Su barriga era enorme, incluso para su estado, ya tenía ocho meses de embarazo. 

Mientras tomaba té frío, Krystal le sonreía a Armando quien estaba plantando una mata de orégano en el jardín donde había caído Robert aquella noche. El morocho estaba sin franela, el sol le golpeaba sin piedad en su espalda que estaba bañada en sudor.

Finalmente terminó de plantar la planta y se fue al lado de su amada, la abrazó y la besó.

En la acera de enfrente, Hermes tocó la corneta, desde adentro saludaban Alfonso y Rafaela. Julia se despidió de su hermano y su cuñada vistiendo una minifalda y la parte de arriba de un traje de baño.

Julia
Gracias hermanito por plantarme la matica de orégano. Luego siembrame la de romero, por favor. ¡Nos vemos más tarde!

Armando sonríe y entra a la casa.

Armando
Ya vengo, voy a tomar agua.

El carro de Hermes arranca, pasa por al lado de la plaza llena de malezas y monte que estaba frente a la casa de los morochos. Desde ahí, entre los arbustos había una figura humana que casi no se movía.

Krystal trató de fijar su vista en la plaza, creyó haber visto algo moverse ahí. Se levantó y caminó hacia adentró de la casa. Cerró la puerta con seguro.

Fin

viernes, 2 de agosto de 2013

Seis (5)

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El tono de la carcajada rechinó dentro del oído de los muchachos adentro de la casa. En la puerta del cuarto de Julia, los cuatros fijaron las miradas los unos a los otros. Armando todavía tenía su mano en el pomo de la puerta de su hermana, sin saber que hacer exactamente llevó su mirada hacia la sala.

Krystal entró al cuarto de Julia. Los nervios volvieron a ella, temblaba y le agarraba las manos a su amiga. Hermes trataba de secarse la cara lo más pronto posible sin que Armando y Krystal lo vieran. Pero no hacía falta, todos habían puesto sus ojos en el frente de la casa.

La carcajada volvió a sonar.

Armando
Dejé la tarjeta del policía en mis pantalones, voy a buscarlo para...

El morocho fue interrumpido por una voz familiar desde afuera.

Rafaela
¡Muchachos! ¡Abran!

Los cuatro amigos se observaron unos a otros.

Julia
¡Esa es Rafaela!

Armando
Sí... está allá afuera. Mejor vamos... ¡Rápido!

Sin pensar mucho, los cuatro amigos corrieron hacia la sala. Julia abrió la puerta de madera y lo que vieron les dejó paralizados. Hermes abrió la boca y los ojos. Krystal apretó sus labios para no llorar, pero no pudo evitar que le saliera una lágrima. Armando llevaba su mirada de un lado a otro sin decir nada. Julia estaba congelada desde que abrió la puerta.

Rafaela estaba acompañada por un hombre que le llegaba a su hombro. De cabello largo y amarillo, cachetes redondos, pero de contextura delgada, ojos claros y con una sonrisa de oreja a oreja. En su mano izquierda tenía una pistola que apuntaba a la cabeza de Rafaela, quien tenía un ojo morado y salía una línea de sangre desde su nariz.

El desconocido vestía una franela negra y unos pantalones militares oscuros. Sus botas negras apenas se veían detrás del portón.


Desconocido
¿No le van a abrir el portón a su amiga?

Posteriormente soltó otra carcajada. Armando estuvo a punto de volver a entrar a la casa. 


Desconocido
Si alguien se mueve les vuelos los sesos a Rafaela... ¡Ah! Y también tengo a Alfonso. Así que mejor... no inventen. Abranle a su amiga, vale.

Rafaela
¡No le hagan caso a este...!

Rafaela fue interrumpida por un rodillazo del secuestrador directo al estómago. Krystal y Julia pegaron un grito.

Desconocido
Shh.... No hagan bulla... pueden despertar a un vecino (otra vez la risa) ¡Abran!

Los amigos estaban congelados. Nadie parecía entender la situación. El desconocido reviró los ojos y dio las instrucciones desde afuera de la casa.

Desconocido
¿Es qué no entienden lo que les digo? Mira, tu, Armando, abre la bendita puerta de una vez. Los demás, se me van sentando como buenos amiguitos en la escalera. Gracias.

Julia era quien tenía la llave, no podía evitar temblar sin control, su hermano la intentó tranquilizar.

Armando
Tenemos que hacer lo que dice. Dame las llaves, Julia.

Aunque hubiera querido, Julia no podía moverse. Armando se la quitó de sus manos y caminó hacia la puerta. Al abrir el portón, el secuestrador empujó a Rafaela hacia adentro y golpeó a Armando con la pistola. El morocho cayó en la escalera.

Krystal salió de su shock y le reclamó al no invitado.

Krystal (corriendo a agarrar a Rafaela)
Ya abrimos la puerta, vale, no hace falta tanta violencia, vale... mira, te damos las llaves de los carros, lo que quieras, pero deja la golpeadera vale.

Desconocido (gritando)
No. No me digas que hacer, Krystal

Krystal
¿Y cómo sabes nuestros nombres?

Desconocido
Sé mucho de ustedes, mucho más de lo que creen.

Como si fuera un saco de papas, el recién llegado soltó a un inconsciente Alfonso, quien estaba atado de manos y pies, en las escaleras. Justo al lado de Armando que se estaba recuperando, agarró las llaves que estaban en la puerta aún y la metió en su bolsillo derecho. Apuntando, subió las escaleras y llevó a Hermes y a Julia a que acompañaran al grupo.



El desconocido se mantuvo apuntando su pistola desde el porsche de la casa. Viendo a cada uno de los muchachos. Luego llevó su mirada para los lados, hacia la casa y el techo.

Desconocido
Así que... esta es la casa de los morochos. ¡Wow! This is amazing

Rió una vez más. Krystal le limpiaba la sangre a Rafaela con su franela y Armando trataba de acomodar a Alfonso a su lado en la escalera, e intentaba revivir a su amigo, pero sin éxito todavía. Le daba unas pequeñas cachetadas para ver si reaccionaba.

El extraño vio su reloj y comentó.

Desconocido
El grandote despertará en unos... seis minutos... Así que no gastes energía en tratar de revivirlo todavía, Armando.

Armando (hartándose del asunto)
Si me vas a llamar por mi nombre, al menos dime el tuyo

Desconocido
¡Vaya! pero si ahora sí les interesa mi nombre. Después de todos estos años en que me ignoraron, ahora quieres saber quien soy yo, fucking idiot.

Krystal
Respete por favor, aquí nadie se ha metido con usted para que nos tenga así.

Desconocido
Tienes razón, Krystal. Ciertamente ustedes nunca se han metido conmigo, ni siquiera me han hablado, es más pareciera que para ustedes yo no existiría ¡Nadie existe para ustedes!

Krystal
¿De qué habla, señor?

Desconocido
¡De la secundaria! Esa linda fase en la que ustedes vivieron un color de rosa, pero lo mio fue un agujero negro. Hicieron su grupito y me ignoraron, intenté jugar con ustedes y me dejaron por fuera, ni siquiera quisieron escuchar las respuestas en los exámenes que les intenté dar... Not even that!

El silencio se apoderó del lugar una vez más.

Desconocido
¡Ni siquiera tienen idea de lo que les estoy hablando! You idiots!

Armando levantó las manos y habló con un tono conciliador.

Armando
Esta bien, esta bien, somos unos egoístas introvertidos, pero si nos dijeras tu nombre, quizás supiéramos exactamente que hicimos mal.

Desconocido
Está bien... 

El extraño bajó la pistola un segundo y se agarró el cabello con una cola de caballo para que pudieran apreciar mejor su rostro. Su sonrisa ya no parecía malévola sino de orgullo. 

Desconocido
Mi nombre es Robert Harrigan... Estudié con ustedes séptimo y octavo.

Hermes
Claro... yo te recuerdo. Eras bastante callado... y mucho más gordo.

Robert
¡Gracias! Thank you very much, Hermes. Seguro me recuerdas porque hicimos un trabajo de biología en el segundo lapso de octavo grado.

Hermes
Viejo, pero estamos hablando de hace 17 años ¿Cómo pretendes de que me acuerde de algo así?

El desconocido vociferó muchas cosas, la mayoría sin sentido y en inglés. Movió su arma de un lado a otro y se detuvo apuntándole al grupo de amigos. Todos parecían congelados, excepto Alfonso que se movió.

Alfonso
¿Dónde...? ¿Dónde estoy?... (abrió los ojos por completo) ¡Tu! ¡Hijo de puta! ¿Qué nos has hecho? ¿Están bien?

Robert 
¡Y despertó el que me ha cagado los planes! Ladies and gentlemen: Alfonso. El gran amigo de ustedes que ha decidido cagarles la vida. ¡Un aplauso por favor! 

Robert aplaude como si se tratara de una opera. Nadie entiende lo que pasa, Alfonso lucha por quitarse las cuerdas pero es en vano. 

Robert
That's right, my friends. El amigo que tiene un secreto que compartir con ustedes, ese secreto que no les ha contado a ustedes... porque ¿Acaso no se preguntan por qué Alfonso no le habla a su familia? 

Alfonso rompió a llorar. Los demás se quedaron en silencio. Julia intentó acercarse para consolar a su amigo, pero fue detenido por la punta de la pistola de Robert.


Robert
Atrás, Julia... además, no le gustaría que la consolaras tu... quizás sí tu hermano ( y echo a reir)

Alfonso
No tienes ningún derecho a hacer esto, Robert. Déjanos en paz. Si tu problema es conmigo, solucionalo conmigo.

Julia
Y cualquier problema que tengas, Alfonso, tu sabes que no nos echaremos para atrás. Que somos tus amigos.

Krystal
Y sea lo que sea que diga este loco, nosotros te apoyamos a ti.

La carcajada diabólica de Robert interrumpió la conversación, luego recobró su vista hacia el grupo de secuestrados.

Robert
Me van a hacer llorar... Resulta, que su vida perfecta... que este hermoso grupo lleno de armonía, que tenían un futuro brillante... your friend Alfonso, lo arruinó.

Armando
Bueno, ya déjate de pendejadas, Robert, tu no eres nadie para decidir el futuro de nosotros.

Robert
¡Te equivocas! El destino de ustedes ya está escrito. Yo lo he podido leer y cada noche, cada vez que pasaba con mi carro por enfrente de esta casa y los veía desde la calle, disfrutaba de una nueva escena. La primera vez fue hace como cinco años. Yo había vuelto a la ciudad después de haber estado con mi padre en el extranjero. Manejé en mi camioneta y al pasar por esta plaza vi a la derecha y ahí estaban reunidos.

A la primera que reconocí fue a Krystal ¡Más hermosa que nunca! Su cabellera roja me hizo voltear y reconocí al resto. Di como cinco vueltas para verlos bien. Ustedes ni se dieron cuenta.

El terror apareció en la cara de cada uno de los amigos mientras escuchaban el relato de Robert. Alfonso lloraba en silencio. Rafaela apenas podía ver por el ojo que tenía morado. Armando veía hacia todas partes.

Robert
Tampoco se dieron cuenta cuando empecé a venir cada jueves, viernes y sábado y me estacionaba con mi camioneta frente a la casa. En la acera de la plaza. Ahí disfrutaba de cada noche con ustedes... me acuerdo aquella vez que tuvieron que llevarse a Hermes entre dos porque se había rascado. O cuando Rafaela les mojó a todos con la manguera en pleno carnaval... o la vez que Julia preparó un pollo inscrutado en una lata de cerveza en la parrilla del frente de la casa. De verdad que disfruté cada momento con ustedes. Por lo que después de dos años, decidí a que tenía que entrar al grupo. Intentar una vez más que me hablaran, ser parte de su familia. Pero ¿Cómo lo iba a hacer? ¡Ahí fue cuando averigüe la vida de cada uno de ustedes! Los seguí a la universidad, luego a sus trabajos y ahí vi mi oportunidad: Alfonso.

Armando
Todavía no entendemos nada. Al menos ten la decencia de ir al fondo del asunto.

Robert disparó en el hombro a Armando. Krystal saltó desde el lado de Rafaela y agarró a Armando antes de que se cayera. Julia abrazó a su hermano. Hermes se quitó la franela y le hizo un torniquete en el hombro a su amigo.

Robert
El próximo que me interrumpa le metó una bala en la cabeza.

Hermes
¡Estás loco, Robert! Mátanos de una vez si eso es lo que quieres.

Robert
¡No! Quiero ser parte del grupo pero ustedes no me dejan... en fin... empecé a ir al gimnasio donde trabaja Alfonso y empecé a buscarle para que fuera mi instructor. Él me atendió muy bien y me di cuenta de que no me recordaba... en fin... el día en que estábamos entrando en confianza, esperé a que fuera al baño del gimnasio para buscarle conversación... pero ahí estaba...



Alfonso
Por favor... no le digas... 

Robert (ignorando los sollozos de Alfonso)
... con otro hombre... kissing each other! Cayéndose a latas. Besándose sin remordimiento.

Todos fijaron su mirada en Robert, luego en Alfonso.

Krystal
Amigo... ¿Eres gay?

Alfonso
Sí...

Krystal
¿Y por qué no nos habías dicho nada, tonto?

Alfonso
Lo intenté. Pero no quería pasar lo que pasó con mi familia. Ellos... ellos no lo entendieron... pensé que ustedes no lo entenderían y tampoco lo quise averiguar.

Julia
Pero, Alfonso, tu sabes que nosotros te queremos y que te apoyaremos siempre. Es una lástima que no hayamos visto las señales... (mirando a Hermes) aunque recientemente me han reclamado que no soy buena captando las señas, sabes que igual te hubiéramos apoyado.  Lo que no entiendo (volteándose hacia Robert) es ¿Cómo esto te molesta tanto? ¿Cómo es que pretendes jugar con nuestras vidas por la preferencia sexual de nuestro amigo?

Robert caminó de un lado a otro del estrecho porche de la casa. Movía su pistola y respiraba fuertemente. Finalmente habló.

Robert
¡Es que eso caga los planes! Todos ustedes tienen las historia escrita que yo disfruto. Intenté mezclarme en ella y por eso fue que cambiaron las cosas... por eso cambió todo. Ahora tienen que hacer que la historia vuelva a su cauce. Listen to me... listen! Alfonso está destinado a casarse con Krystal.

Continuará...

miércoles, 31 de julio de 2013

Seis (4)

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En el pasillo, Hermes, cuyas piernas blancas y delgados brazos parecían brillar en la oscuridad, respiraba profundo. Titubeó antes de tocar la puerta tres veces del cuarto de la morocha. Apenas pudo escuchar la voz de Julia desde adentro de la habitación invitándole a pasar.

Su corazón a toda máquina le impedía escuchar con claridad. Cada palpito retumbaba en todo el interior de su cuerpo. Amagó un poco al girar el pomo, pero luego lo logró.

Y no era la imagen que esperaba.

El aire acondicionado había enfriado con fuerza las paredes de la habitación de Julia, quien se convertía en un shawarma de sábanas sobre las grandes almohadas de su cama. Apenas Hermes podía apreciar algunos cabellos en la parte alta de la cama. Del resto, todo estaba cubierto con un edredón de color crema, similar al de las paredes.

La luz azul del televisor era lo único que alumbraba la estancia. Las cientos de fotos sobre el mueble de la computadora no se detallaban. Solo brillaban sus marcos.

Julia destapó una pequeña parte de su rostro y le sonrió a Hermes.

Julia
¿Qué esperas? Acuéstate ya. Mañana tienes que trabajar.

Hermes
Uno. No tengo que trabajar. Dos. No esperes a que me acuestes sin tener una cobija.

Julia (acelerada)
Ahí en la orilla de la cama tienes tu sabana. Disculpa que deje el televisor prendido, pero con el loco este dando vueltas intentaré dormir... pero con un ojo abierto. No soporto el silencio en momentos como este, se me llena la cabeza de pensamientos y pensar mucho, ahora no me ayuda para nada.

Hermes (poniendo sus lentes al lado del TV y tratando de calmar a la dama)
Entiendo, no tengo problema. Además, por más que me desvele me levantaré a las 6:30 de la mañana. Ya estoy acostumbrado.

Julia
Son las 10 de la noche ahora. Tendrás ocho horas justas para dormir, más que suficiente para que el cuerpo descanse y además, leí por ahí que es la cantidad de horas más saludable para...

Hermes (interrumpe mientras se arropa con la sabana blanca)
De hecho, estimada Julia, ese es un mito extendido en nuestra civilización. Un señor llamado Roger Ekirch realizó una investigación de 16 años en las que notó que el patrón de sueño de la sociedad se divide en dos periodos de cuatro horas. Es decir, podemos dormir cuatro horas, activarnos y pasar un buen rato despierto, antes de dormir la otra mitad del sueño partido en dos...

Julia estaba con la boca abierta, como siempre terminaba cuando hablaba con Hermes, quien parecía una enciclopedia infinita. Ya a estas alturas de su amistad debería no extrañarse por ese tipo de cosas, sin embargo, le sigue pasando.

Julia
¿Cómo...?

Hermes
Lo he leído en BBC Mundo. Es una nota interesantísima.

A Hermes le encantaba ver a Julia sorprendida. Sentía cosquillas en el estómago cuando veía la cara de estupefacta de la morocha. Por eso, siempre intentaba sorprenderla con este tipo de cosas. Por eso no pudo evitar verla fijamente y con una sonrisa de oreja a oreja.

Julia (con risa nerviosa)
¿Por qué me ves así?

Hermes
Bueno... eh... me gusta sorprenderte.

Julia (que no fue lo suficientemente rápida para tapar su rostro sonrojado)
Gracias... supongo

Acto seguido se tapó su cara, como el shawarma que había visto Hermes al entrar al cuarto.



Hermes se recostó y trató de olvidar lo sucedido viendo las imágenes en el televisor que, sin volumen, no eran más que una serie de movimientos sin sentido. El frío pareció haberse afincado en el cuerpo del flaco. Titubeó varias veces, su boca se movía pero no salían palabras. Finalmente pudo decir algo al tercer intento.

Hermes
No... pretendí... ponerte incómoda.

Julia asomó su cabeza con lentitud de entre el edredón y las almohadas.

Julia
Pues no lo has hecho... no ha pasado nada... duérmete ¿Vale? Que tenemos que aprovechar este momento para descansar... no sabemos que pueda pasar después.

Hermes
Sí... sí... yo solo... eh... bueno... pues...

La morocha estaba entre las disyuntiva de seguir escuchando a Hermes o volver a intentar dormir. Su corazón se había acelerado de pura ansiedad. Entre lo que iba a decir su amigo y el loco rondando la casa, no sabía lo que podía pasar en el siguiente instante.

Hermes
Yo... cuando estoy contigo... pues no coordino... no hablo bien y me vuelvo bruto... bueno... tu sabes lo que dicen

Hermes intentó sonreír. Julia lo miraba con atención y se encogió de hombros.

Hermes
Pues que lo único que hace inteligente a los brutos y brutos a los inteligentes es el amor.

Julia frunció el ceño. Luego soltó una carcajada. Sacó la parte de arriba de su cuerpo, que mostraron una conservadora piyama de nubes y lunas de manga larga. Vio que Hermes la veía diferente y ella, colocó su mirada más seria.

Julia
Hermes... ¿Cómo vas a hablar de amor si somos amigos? O peor... ¿Cómo vas a hablar de algo así dada la situación en la que estamos?

Hermes
Eh... Julia, cálmate por favor, es solo que... bueno, no he pensado, en fin, me pongo bruto como ya dije.

Julia
Bruto no... brutísimo ¿Qué creías? ¿Qué por estar cagada de miedo me iba a ir a tus brazo de héroe? Déjate las payasadas, amigo, por favor.

El flaco también se sentó en la cama para ver fijamente a los ojos a la morocha.

Hermes
¿Pero por qué dices semejante cosa sin sentido? ¿Crees que yo quisiera aprovecharme de ti? Julia, por favor, entiendo que no es el mejor momento. Pero mi sentimiento es sincero.

Julia (acelerando el ritmo otra vez)
Hermes, insisto, no me hables de amor... ni de sentimientos... cuando eres mi amigo. Y así es como te quiero. Valoro demasiado nuestra amistad como para estarla complicando con sentimientos. Ni siquiera me has invitado a cenar una vez y hablas de "amor" ¡Y en una noche en que un loco nos está acechando! Ni siquiera sabemos si Alfonso y Rafaela está bien y tu me sueltas esa perlita ¡Que falta de respeto!

Hermes (que ya empezaba a molestarse un poco)
Nunca hemos cenado porque me cuesta mucho invitarte, pero siempre te escucho, siempre estoy ahí para ti, siempre hablamos de nuestros planes. Siempre compartimos. Yo sí valoro esas cosas y creo que podemos tener algo más bonito que una simple amistad.

Julia (bajando el ritmo, intentando conciliar)
Nuestra amistad no es una simple amistad, cariño, nos tenemos tanta confianza... somos tan buenos amigos desde que tengo uso de razón... por eso no la quiero arruinar... además... ¿Qué te parece si... disfrutas tu soltería? Sal en las noches, diviértete con muchas mujeres... eres un soltero, apuesto, inteligente...

Hermes
Por favor, Julia, no me halagues que me haces más daño

Julia (intentando convencerlo)
... además, gozas de un buen puesto de trabajo. Anímate, no debe ser difícil comprarte un apartamento con el sueldo que ganas, además...

Hermes rompió en llanto. Una faceta que nunca había visto Julia, a pesar de conocerlo desde el jardín de infancias donde hubiera sido más fácil conseguirlo llorando. Pero no fue así, estaba en su cama, ya graduado de ingeniero y con la cara totalmente arrugada. Hermes intentó borrar las lágrimas con las palmas de su mano, respiró profundo...

... y habló...

Hermes
Me botaron.

Julia
Pero Hermes... ¿Cómo?

Hermes
Intenté explicarle como eran las cosas a los chinos que vinieron a inspeccionar el sitio. Los desgraciados no quisieron ni escucharme. Les dije sus cuatro cosas, que por invasores como ellos es que este país estaba como estaba... y el jefe vio todo. Me botó. Sin derecho a liquidación. Dice que no cumplí con mi trabajo. ¿Alguien me preguntó como había terminado de ir con lo de los chinos? Noooo... ustedes y su mania de internarse en sus rollos y no preguntar por los demás... pero yo sí pregunto... yo sí me intereso por los demás, de saber como están... al menos me preocupo por ti... y te escucho.

Julia intentó decir algo, pero no pudo. Hermes poco a poco bajó la intensidad de su llanto y al mismo tiempo se bajó de la cama de la morocha.

Hermes
...Yo... yo... disculpa... he estado fuera de lugar... tienes razón... yo dormiré en la sala... no pasa nada...

Julia
Hermes por favor, no te vayas... por favor, que no quiero que nos separemos y entre el loco ese a la casa y tu allá afuera... me preocupas... me haces sentir culpable.

Hermes
No tienes por qué sentirte culpable... he sido yo el único culpable de esto... me iré a dormir a la sala. No te preocupes... descansa....

Julia se quitó de encima el edredón e intentó bajarse de la cama, al mismo tiempo que Hermes agarraba los lentes de al lado de la TV y se los colocaba para salir, con la sabana blanca en mano.

Pero un ruido del pasillo lo detuvo. Ambos amigos quedaron paralizados.



La puerta se abrió.

Era Armando y Krystal. Ambos despeinados. El morocho tenía la mano en el pomo y con alerta dijo.

Armando
Hemos vuelto a escuchar la risa.

La carcajada maniática llegó hasta el pasillo. Sonaba como si estuviera más cerca de la casa.

Continuará.