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sábado, 1 de noviembre de 2014

Misión Aria

Zerj repasa con su mirada el mapa en la pantalla gigante. Estudia una y otra vez las posibles opciones que tienen para entrar al archivo de los invasores donde hay valiosa información para los localistas.

Mientras que a su alrededor los soldados caminando no se detienen, vienen de todas direcciones y van hacia diferentes cubículos. Carpetas, tablets, fotos, armas, cualquier objeto que llevan en mano parece de amplia importancia.

Los pensamientos de Zerj son interrumpidos por un mensaje en su viejo celular.


Zerj sonríe. Mira a su alrededor y cada quien está en su tarea correspondiente. Fija la mirada sobre Rafael, quien revisa profundamente unos planos en una pantalla pequeña.

Zerj camina hacia afuera del centro de mando.

La claridad del sol impacta en los ojos de Zerj, después de haber estado por numerosas horas en la fría y oscura oficina.

Le tocan el hombro. Es Rafael.

"¿Qué pasa, compadre? ¿Ya tienes la ubicación preparada?"

Zerj saca una cajetilla de cigarros.

"No, salí a fumarme un cigarro a ver si..."

"Lo necesitamos pronto, compadre. Cuando entres ven a mi puesto, que te muestro unos planos para patearle el culo a los invasores. Ya verás". Rafael vuelve hacia adentro a paso acelerado.

Suena el celular de Zerj, quien sigue con la mirada en Rafael.

Suena el celular.

Zerj enciende un cigarrillo. Toma una bocanada. Camina alejándose de la entrada al cuartel general. En el estacionamiento hay pocos carros, pero ningún soldado.

Suena el celular.

Zerj atiende.

"Aquí Cartagena. Dígame".

"¿Puedes hablar?", suena la voz de Angelina desde el otro lado de la línea.

Serj echa una última ojeada. No hay nadie alrededor.

"Sí".

Silencio.

"Estoy muy nerviosa".

"Todavía estamos a tiempo de cancelar".

"No, no... esta vez tiene que ser hasta el final. Si no, no hay más intentos".

"Bien... bien. Pues me alegra escuchar eso".

Silencio.

"¿Tienes todo listo entonces?" retoma la conversación Zerj, mientras fuma.

"Sí... pero ¿Cómo harás? Estás muy ocupado en el centro"

"Yo me encargo. Que ganas tengo de verte...".

"Yo también. ¿Debo llevar comida? ¿Cuánto tendré que pagar de la habitación? ¿Ya hiciste la reserva?"

"Me encantaría responderte cada una de las preguntas, pero solo tengo tiempo para una respuesta. Sí, ya hice la reserva. Por lo demás, como se te haga más cómodo para ti... tengo que volver. Hasta pronto".

Zerj termina la llamada, mira su reloj, son las 14:00 horas. Entra y vuelve a ocupar su lugar frente al mapa con el gran punto rojo en el centro.

"¿Y bien, compadre Cartagena?", Rafael se le acerca a Zerj. "Te dije que te acercaras a mi puesto cuando regresaras".

"Sí, Rafael, pero ¿Ves estas dos líneas de aquí arriba? Creo que esa será nuestra oportunidad, aquí hay una conexión..."

"No la hay. Ahí no tenemos oportunidad, Zerj, mira bien esas dos líneas, ya esto se ha intentado antes"

"No se intentó nada. Aquella vez fue por la línea tres. Es diferente"

"Lo veo igual. Creo que debes esmerarte más"

Zerj respira profundo, pone su mirada en la pantalla. Intenta explicar una vez más.

"Mira. Estas dos líneas son la parte más débil de ellos y tiene las vías de escape más fáciles para nuestros infiltrados ¿Lo ves?"

El capitán Eli se une a la conversación. Su voz gruesa y profunda corresponde con su contextura obesa.

"¿Qué tiene que ver?"

"Capitán Eli, señor. Creo que he encontrado un buen espacio. Tenemos oportunidad en estas dos líneas. Hay formas de escapar muy fácil una vez logrado el objetivo, traer la información que necesitamos".

"Bien, bien, bien, agente Cartagena, me gusta lo que escucho. ¿Cuándo te reunirás con nuestros infiltrados?".

"Esta noche misma, señor. Salgo en el tren de las cinco"

"Hmmm... no me gusta que me avises con tan poco tiempo antes de marcharte, pero tienes mi permiso. Tomate seis días para estas reuniones, no quiero que te apresures así el enemigo no verá ningún patrón".

"Sí, señor".

"Estos infiltrados ¿Pertenecen al brazo armado?"

"Mejor aún, capitán", interrumpe Rafael. "Son civiles. El único que tiene contacto con ellos es Zerj, así garantizamos máxima seguridad a estos voluntarios".

"Bueno, si les pagas una bolsa de monedas de bronce, no creo que sean voluntarios. Me gusta más el término infiltrados, agente Collins".

"Sí, señor", responde Rafael. El capitán Eli se va y Zerj tiene una mirada de satisfacción mientras copia el mapa en un pequeño dispositivo de memoria.

Rafael se cruza de brazos.

"Está bien, ahora sí lo veo", dice Rafael viendo la pantalla.

Zerj sonríe y se va.

Son las 20:00 de la noche. Zerj tiene puesta una gabardina negra que le oculta su uniforme militar. Mira su reloj, luego observa el de la estación de tren que está en medio de la oscuridad. Marcan la misma hora.

Hay un hombre durmiendo sobre periódicos a cinco pasos de donde está parado Zerj con su maleta de ruedas.

20:03 pm. Hay un tímido temblor en el suelo. A lo lejos una luz débil. Zerj sonríe, es el tren que está llegando.

El tren se detiene y solo se baja una muchacha delgada, cabello amarillo, con un sobretodo marrón oscuro que le cubre todo el cuerpo. Su sonrisa contratasta con la poca iluminación del lugar. En su hombro derecho tiene un bolso deportivo.

Zerj apura el paso hacia ella, halando su maleta.

"Bienvenida a Aria, Angelina".

"Gracias, Zerj".

Ambos se abrazan en silencio.

"¿Y qué tal es este pueblito? ¿Ya comiste? ¿Dónde nos quedaremos?"

"Que bueno que tenemos toda la noche para responder a tus preguntas", sonríe Zerj.

"Perdóname... yo.", Angelina hunde su cara de vergüenza. No puede evitar sonrojarse.

Zerj le agarra la mano. Ambos caminan fuera de la estación y entran a la calzada de piedras del pequeño pueblo que está a oscuras.

"No tienes que disculparte por nada. Te entiendo... ¿Está bien si te agarro la mano?"

"Pues, ya estamos en esto ¿No?" Angelina ríe de forma nerviosa.

Las ruedas de la maleta de Zerj hacen un fuerte ruido al pegar con la calzada, rompiendo con la tranquilidad del lugar.

"Creo que estás haciendo demasiado ruido".

"Descuida... aquí nadie nos conoce. Te encantará este pueblito... y no, no he cenado nada. Tenía unos 15 minutos esperándote desde que llegué".

"¿Aquí harás las reuniones?"

"Eso te lo respondo en el hotel".

El viento es helado. Angelina se abraza fuertemente para darse calor. Zerj mira las calles para ubicarse. Camina una cuadra, luego a la izquierda y la primera a la derecha, están en las puertas del modesto hotel Aria Beach.

Antes de entrar, Angelina agarra por el brazo a Zerj.

"¿Qué vamos a decir? ¿Somos pareja o...?"

"Vamos a decirles que estamos casados y a los cinco minutos se olvidarán de nosotros. No te preocupes más".

Zerj le da un beso en la mejilla a Angelina.

Entran al hotel, en la recepción hay un muchacho con lentes explorando su rostro lleno de acné frente a un espejo. Zerj se aclara la garganta. El chico voltea acelerado, se limpia los dedos.

"Bienvenido, señor", le extiende la mano a Zerj, quien lo mira con indignación. "Ja, ja, ja, perdone me. A esta hora ya no creía que vendría más nadie".

El recepcionista pasa su mano por encima del escritorio y aparece una pantalla. La reservación dice "Familia Nieves". Zerj la señala,  firma y sube las escaleras junto con Angelina, quien mantiene su mirada al suelo.

Al abrir la habitación, el olor a humedad es lo primero que los recibe. Zerj sube el switche y se prende la luz principal. Hay una cama matrimonial en el centro, un televisor pequeño al frente y un minibar en la esquina. Las cortinas cubren la ventana.

Angelina camina hacia una puerta que está al lado de la TV. Es el baño. Prende la luz y hay mucho blanco entre las paredes, las toallas y la cerámica, pero parece limpio.

"¿Qué te parece?" Zerj deja su gabardina en una silla al lado del minibar, camina hacia la ventana, donde hay pequeños focos  y una inmensidad oscura.

"Está bien, supongo".

"La vista es mejor de día. Puedes ver toda la playa desde aquí, te encantará"

"Ah, ¿Aquí es donde traes a tus perras entonces?"

Silencio.

Zerj respira profundo.

"Perdona, no debí decir esto. Me pasé", dice Angelina, quien todavía tiene puesto su sobretodo.

"Mira, ya te lo dije por teléfono. Entre nosotros no ha pasado nada y no pasará nada si así lo quieres"

Angelina se quita el sobretodo. Lo lanza en la silla encima de la gabardina. Abraza a Zerj y con sus ojos verdes viéndole profundamente le responde.

"Y como te dije por teléfono. Esta vez llegamos hasta el final".

El beso es inminente. Apasionado. Cargado de desesperación. Las manos de Zerj se pasean entre la espalda y las nalgas de Angelina. Las manos de Angelina repasan la cabellera rizada de Zerj, le acaricia la cabeza, el cuello. Están atrapados en las manos del uno al otro.

Zerj toma a Angelina en sus brazos y la empuja a la cama. Ambos ríen. Zerj se quita el uniforme, las medias, los zapatos, a la mayor velocidad que puede. Angelina también se deshace rápidamente de su jean y su blusa. Pronto está desnuda en la cama con sus piernas abiertas.

Zerj la mira fijamente, tratando de grabar cada detalle de su cuerpo desnudo. Angelina lo observa a los ojos, intenta disfrutar cada segundo de este momento... Zerj se lanza sobre ella, siguen los besos, las caricias se intensifican.

Así empieza la noche para ellos...

... amanece...

Zerj mira como la estancia se ilumina con el sol de primera hora del día. Angelina está en su pecho, con una sonrisa maliciosa.

"Ya pasó la noche... increíble..."

"Lo sé. Valió la pena. Estar contigo es aún mejor de lo que imaginaba".

"¿Imaginabas este momento?"

"No... bueno sí... Digo, desde hace mucho tiempo te imaginaba... nos imaginaba así"

Silencio.

"Yo no te pensaba de esa manera... después de todo eres un tipo casado".

"Y tu también estás casada. Pero eso no me frenó. Eres hermosa. Inteligente. Cariñosa... no entiendo que haces con alguien como Rafael".

"Tenías que mencionarlo ¿Verdad? La cagaste, Zerj".

Angelina se levanta molesta, busca su ropa interior. Zerj la abraza. Angelina se lo quita de encima.

"Perdón, no tenía que mencionarlo"

"Yo no he mencionado a Patricia en toda la puta noche. Además, si tu matrimonio es tan perfecto con ella ¿Por qué estás aquí conmigo?"

"Mi matrimonio dista de ser perfecto"

Silencio. Zerj vuelve a la cama. Angelina se coloca su ropa interior. Mira a Zerj y regresa a su posición.

"Perdóname", dice Angelina. "Desde hace tiempo no soporto a Rafael, es verdad. Pero no es eso lo que me impulsó a estar contigo... Tu eres él que me empujó a esto. Nuestras conversaciones. Esa chispa que había cada vez que nos llamábamos, nos escribíamos, cuando nos visitaban o cenábamos en tu casa".

"Yo siento lo mismo. Paty y yo estamos bien. Pero contigo estoy mejor".

Suspiros. Silencio.

"Hay una guerra allá afuera y nosotros complicando las cosas con... con esto", dice Angelina.

"No es complicarse. Esto tenía que pasar. Y lo de la guerra, no te preocupes, si logras la misión que te daré, la terminaremos pronto".

"Sí, la cumpliré. Ya lo verás".

"Bien, a partir de mañana, serás nuestra infiltrada... Déjame buscar las instrucciones".

Zerj hace un ademán de levantarse de la cama, Angelina lo empuja y se vuelve a echar.

"Primero desayunemos. Luego hablaremos del trabajo".

Angelina besa apasionadamente a Zerj como si no hubieran hecho el amor en años.

Continuará...

@mynameiteo

lunes, 12 de agosto de 2013

Vienen los Tretzals

Informe nro. 12-126Estatus: CONFIDENCIAL

Extracto de la bitácora del soldado Carlos Arias.


Santa Elena de Uairén, 23 de julio de 1999


El origen de los Tretzals no está claro, se supone que hayan nacido de alguna parte de la vasta selva del Amazonas en Sudamérica. Pero su propósito sí es evidente, destruir la humanidad.

Tan grandes como robles y con pieles tan duras como las piedras, los Tretzals han conseguido resguardarse en bosques, alejados de la civilización, donde se alimentan de animales y plantaciones enteras... esperando una oportunidad.

Las comunidades más grandes están a las orillas de los ríos de profundidades interminables. Al menos eso dicen los rumores. Nadie ha regresado de esas expediciones sin sentido.

Al menos no hasta ahora.

Hemos encontrado a un hombre, de cabello largo, canoso y de barba poblada. Dice llamarse Tomás Salinas. Le calculamos unos 70 años de edad. Apareció en mi puesto de vigilancia. Venía corriendo desde la selva, como si corriera por su vida. Gritó que llegó la hora.

Los superiores lo mandaron a encerrar por revoltoso. Nadie le ha dado una vuelta por su celda para saber cuál hora nos llegó.

Las tribus indígenas están nerviosas. Algunos curanderos han predicho el fin del mundo para la mañana del 31 de diciembre, que todo terminará con la llegada de los Tretzals.

Muchos compañeros creen que Tomás está loco. Que los curanderos son unos fanfarrones.

Yo me preparo para lo que viene. No sé si he perdido la razón. Por eso decidí desahogarme en estas páginas.

A primera hora buscaré hablar con Tomás Salinas en privado. Si me voy a preparar tengo que hacerlo bien.

Al parecer, vienen los Tretzals.




miércoles, 21 de octubre de 2009

Dama del Comedor


Su vestido floreado estaba rasgado en el entrepierna. Sus manos estaban tendidas sin vida, al igual que el resto de su cuerpo. La piel blanca brillaba en la oscuridad, al contrario de los ojos fijos en el techo. La melena enrulada se extendía alrededor de su cabeza.

Sus piernas estaban ligeramente abiertas y sus rodillas algo flexionadas. La laguna de sangre a su alrededor acompañaban la terrible imagen en medio de una cocina oscura. Su estomago estaba agujereado y alrededor tenía una aureola roja.

-¿Mamá? ¿Estás ahí? – dijo una temblorosa voz que abrió la puerta principal de la casa. Una mujer alta de cabello amarillo, piel blanca y de ojos enormes caminaba en el silencio del recinto. Su mano derecha se acercó al interruptor de luz más cercano. No hubo respuesta.

- ¿Mamá? Soy yo, Samanta.- volvió a decir la joven, apretando sus manos a su bolso.- ¡Estoy llegando! ¡No me fuiste a buscar al aeropuerto! – habló alto, pero no tuvo respuesta.

Caminando entre los muebles blancos de la sala, la luz de la luna entraba tímidamente por el ventanal de pared completa, justo frente a la entrada principal. Sus pasos estaban llenos de dudas y así caminaba hacia su izquierda, donde estaba la cocina.

Desde la puerta vio unos pies en el suelo. No quiso seguir avanzando y comenzó a ir hacia atrás, sin ver su destino.

Unas manos la agarraron por sus hombros. Samanta gritó, volteó sobre sus tobillos para ver a quien le había sorprendido.

- ¡Hija! ¡Cálmate! Soy yo – habló una señora pelirroja de pequeño tamaño mientras sostenía a Samanta.
Un hombre calvo con ojos de huevo frito estaba su lado. Su bigote tapaba su boca.

-¡HAY ALGUIEN EN LA COCINA! ¡HAY ALGUIEN EN LA COCINA! ¡HAY ALGUIEN TENDIDO EN LA COCINA- chilló la asustada joven.

El padre fue a chequear, mientras que las mujeres se quedaron abrazadas en la sala.

-Sí, hay alguien. Llamen a la policía. Yo iré a arreglar el breker, al parecer se volvió a caer.- dijo con voz de resignado el hombre calvo, mientras caminaba apresuradamente hacia el fondo de la casa. En pocos segundos había luz en todo el recinto.

- ¿Policía? Quiero reportar que hay una persona muerta en mi cocina… sí… carrera Pekín de Villa Asia… los espero – trancó la bocina la mujer.

- ¿La conoce? – dijo un hombre pequeño, vestido de chaqueta elegante y corbata.

- No, como le dije, nunca la habíamos visto.- respondió el calvo de bigotes, abrazando a su familia. Samanta no dejaba de llorar, su madre la consolaba.

El detective avanzó hacia la cocina, donde había una persona de lentes examinando el cuerpo, a su lado, una mujer tomaba fotos sin parar, desde todos los angulos.

- ¿Qué te parece, Grissom? – preguntó el policía.

- No será, Las Vegas – dice el funcionario quitándose los lentes y manteniéndose agachado al lado del cadáver. – Pero en Puerto Ordaz, también hay muertes.-

Who are you… who, who – who, who...

CSI: Ciudad Guayana, más muertos... más calor.

mynameisteo@yahoo.com