miércoles, 21 de octubre de 2009

Dama del Comedor


Su vestido floreado estaba rasgado en el entrepierna. Sus manos estaban tendidas sin vida, al igual que el resto de su cuerpo. La piel blanca brillaba en la oscuridad, al contrario de los ojos fijos en el techo. La melena enrulada se extendía alrededor de su cabeza.

Sus piernas estaban ligeramente abiertas y sus rodillas algo flexionadas. La laguna de sangre a su alrededor acompañaban la terrible imagen en medio de una cocina oscura. Su estomago estaba agujereado y alrededor tenía una aureola roja.

-¿Mamá? ¿Estás ahí? – dijo una temblorosa voz que abrió la puerta principal de la casa. Una mujer alta de cabello amarillo, piel blanca y de ojos enormes caminaba en el silencio del recinto. Su mano derecha se acercó al interruptor de luz más cercano. No hubo respuesta.

- ¿Mamá? Soy yo, Samanta.- volvió a decir la joven, apretando sus manos a su bolso.- ¡Estoy llegando! ¡No me fuiste a buscar al aeropuerto! – habló alto, pero no tuvo respuesta.

Caminando entre los muebles blancos de la sala, la luz de la luna entraba tímidamente por el ventanal de pared completa, justo frente a la entrada principal. Sus pasos estaban llenos de dudas y así caminaba hacia su izquierda, donde estaba la cocina.

Desde la puerta vio unos pies en el suelo. No quiso seguir avanzando y comenzó a ir hacia atrás, sin ver su destino.

Unas manos la agarraron por sus hombros. Samanta gritó, volteó sobre sus tobillos para ver a quien le había sorprendido.

- ¡Hija! ¡Cálmate! Soy yo – habló una señora pelirroja de pequeño tamaño mientras sostenía a Samanta.
Un hombre calvo con ojos de huevo frito estaba su lado. Su bigote tapaba su boca.

-¡HAY ALGUIEN EN LA COCINA! ¡HAY ALGUIEN EN LA COCINA! ¡HAY ALGUIEN TENDIDO EN LA COCINA- chilló la asustada joven.

El padre fue a chequear, mientras que las mujeres se quedaron abrazadas en la sala.

-Sí, hay alguien. Llamen a la policía. Yo iré a arreglar el breker, al parecer se volvió a caer.- dijo con voz de resignado el hombre calvo, mientras caminaba apresuradamente hacia el fondo de la casa. En pocos segundos había luz en todo el recinto.

- ¿Policía? Quiero reportar que hay una persona muerta en mi cocina… sí… carrera Pekín de Villa Asia… los espero – trancó la bocina la mujer.

- ¿La conoce? – dijo un hombre pequeño, vestido de chaqueta elegante y corbata.

- No, como le dije, nunca la habíamos visto.- respondió el calvo de bigotes, abrazando a su familia. Samanta no dejaba de llorar, su madre la consolaba.

El detective avanzó hacia la cocina, donde había una persona de lentes examinando el cuerpo, a su lado, una mujer tomaba fotos sin parar, desde todos los angulos.

- ¿Qué te parece, Grissom? – preguntó el policía.

- No será, Las Vegas – dice el funcionario quitándose los lentes y manteniéndose agachado al lado del cadáver. – Pero en Puerto Ordaz, también hay muertes.-

Who are you… who, who – who, who...

CSI: Ciudad Guayana, más muertos... más calor.

mynameisteo@yahoo.com

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