lunes, 12 de agosto de 2013

Vienen los Tretzals

Informe nro. 12-126Estatus: CONFIDENCIAL

Extracto de la bitácora del soldado Carlos Arias.


Santa Elena de Uairén, 23 de julio de 1999


El origen de los Tretzals no está claro, se supone que hayan nacido de alguna parte de la vasta selva del Amazonas en Sudamérica. Pero su propósito sí es evidente, destruir la humanidad.

Tan grandes como robles y con pieles tan duras como las piedras, los Tretzals han conseguido resguardarse en bosques, alejados de la civilización, donde se alimentan de animales y plantaciones enteras... esperando una oportunidad.

Las comunidades más grandes están a las orillas de los ríos de profundidades interminables. Al menos eso dicen los rumores. Nadie ha regresado de esas expediciones sin sentido.

Al menos no hasta ahora.

Hemos encontrado a un hombre, de cabello largo, canoso y de barba poblada. Dice llamarse Tomás Salinas. Le calculamos unos 70 años de edad. Apareció en mi puesto de vigilancia. Venía corriendo desde la selva, como si corriera por su vida. Gritó que llegó la hora.

Los superiores lo mandaron a encerrar por revoltoso. Nadie le ha dado una vuelta por su celda para saber cuál hora nos llegó.

Las tribus indígenas están nerviosas. Algunos curanderos han predicho el fin del mundo para la mañana del 31 de diciembre, que todo terminará con la llegada de los Tretzals.

Muchos compañeros creen que Tomás está loco. Que los curanderos son unos fanfarrones.

Yo me preparo para lo que viene. No sé si he perdido la razón. Por eso decidí desahogarme en estas páginas.

A primera hora buscaré hablar con Tomás Salinas en privado. Si me voy a preparar tengo que hacerlo bien.

Al parecer, vienen los Tretzals.




sábado, 10 de agosto de 2013

La lancha en el lago



Lo que había sido un campo extenso lleno de árboles, arbustos y venados, era en la actualidad un lago que se extendía hasta el horizonte, debido a la construcción de una represa en las afueras de una ciudad minera.

Alrededor de esa masa de agua, empezaron a mudarse pescadores, que pronto aprovecharon los peces que fueron habitando el lago para su bienestar económico. Lo que había empezado por un grupo de trabajadores, se convirtió en una pequeña comunidad.

En medio de ese lago infinito estaba Konrad, de 43 años, de piel blanca, cabello y barba rojiza. Usando lentes para el sol y una gorra azul oscura con las letras NY en el frente.

Konrad estaba acostado en su lancha con la quinta cerveza del día. Vestía una camisa de flores azules y unos pantalones largos color crema.

Al lado, de Konrad, una cava y delante de ella una blusa de colores y un pantalón corto de blue jean, en el suelo de la lancha.

El silencio del lago es interrumpido por el ruido ensordecedor de una lancha que va en dirección a donde está Konrad. Avanza a toda velocidad y con el rotulado de "policía" a su lado.

La lancha de Konrad subió y bajó con las olas producidas por el navío. Al navegante no pareció perturbarle mucho.

A bordo están dos policías. luis García, 39 años, moreno de bigotes, con más peso que el que sus rodillas pudieran aguantar. Viste el uniforme azul de la estrella plateada de plástico en el pecho.

Luis García
Señor Konrad. ¿Cómo esta usted?

Konrad
(levantando su torso)
¡Hola Luis! ¿Cómo te va? ¡Hola para ti también Arnaldo!

El policía que manejaba la lancha saluda en silencio con su mano.

Luis García
¿Está usted bien, señor Konrad? Ya son las 4:00 de la tarde y me dijeron que usted salió temprano en la mañana. ¿Se le acabó la gasolina o algo?

Konrad
No... no... nada de eso. Solo agarrar mucho sol. Eso. Y mucha cerveza también. Míreme, Luis, soy un camarón.



Konrad rió a todo pulmón. Luis García apenas mostró los dientes.

Luis García
Sí, sí, ya veo señor Konrad. Pero ¿Dónde está su amiga?

Konrad
¿Cuál amiga?

Luis García
Carla... Carla González. Sus padres están preocupados, usted sabe como es la gente del pueblo.

Konrad
¡Ah Carlita! (tomó otro trago) pues ella ha saltado al agua, luego se volvió a montar en esta lancha. Le pregunté si le ha gustado el paseo y que si quería hacer el amor. Me dijo que no. Le disparé en la cabeza. Cayó al agua... su cuerpo debe llegar en cualquier momento a la orilla.

Arnaldo saca su pistola. Luis García mantiene la calma, pero tiene su mano en su cinturón.

Luis García
¿Qué?

Konrad ríe. Suelta su lata y la lanza al piso de la lancha.

Konrad
¿Quieren una cerveza, chicos?

Luis García
No... no... no queremos nada ahora. Pero señor Konrad¿Cómo es eso que le disparó a Carla González?

Konrad
Así

Todavía sentado en la lancha, Konrad sacó de la cava dos pistolas plateadas, cuyo brillo cegó a los policías, que reaccionaron tarde ante el ataque del pelirrojo.

En un abrir y cerrar de ojos, Konrad había acertado a la frente de ambos patrulleros. El cuerpo de Arnaldo quedó encima de los controles. Luis García cayó al agua tan pesado como una roca.

Konrad
Es una lástima... Tanto que me gustaba este pueblo.




Fin

jueves, 8 de agosto de 2013

Seis (6)

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La carcajada descontrolada de Robert Hannigan era lo único que sonaba en el porsche de la casa de los morochos. Ya era medianoche y no pasaba un carro, como era costumbre. Las casas aledañas estaban en silencio sepulcral.

Así como Armando, quien resistía el dolor de la bala que le había rozado el hombro. La herida no era profunda, pero ardía. El improvisado torniquete que le aplicó Hermes empezaba a aflojarse. Julia estaba a su lado, temblando, pendiente de Rafaela que parecía desmayarse en cualquier momento a causa de los golpes que le propinó Robert.

Alfonso disimulaba su lucha por quitarse las amarras, pero las grapas de plástico se hacían más fuertes con cada movimiento suyo. Sin embargo, las de las piernas ya habían bajado hasta la altura de sus talones. Estaba cerca de desatarse.

Krystal estaba fría. No sabía que decir ante las últimas palabras de Robert. Armando fue quien rompió las risas del invasor.

Armando
Robert... Robert... ¿De qué carajos hablas? ¿Cómo que Krystal estaba destinada a Alfonso?

Robert cambió la cara. Estaba serio y con la mirada perdida. Apuntó a Armando y se mantuvo en lo más alto de la escalera.

Robert
Vuelve a contradecirme y la próxima vez no fallaré. Te metere un fucking tiro en la cabeza.

Krystal (protegiendo a Armando)
Si quieres matar a alguien. Hazlo. Tendrás más razón de que esté muerta a que yo sea para Alfonso.

Alfonso (sorprendido)
Vaya, disculpa si te ha ofendido con que estemos juntos.

Krystal
No es eso mi amor, pero si eres gay, cosa que no me importa, es obvio que no podemos estar juntos. A mi me falta algo en mi cuerpecito que te gustan de otros cuerpos.

Krystal y Alfonso ríen. Robert los ve moviendo su arma de un lado a otro.

Armando
Sí, aunque con la suerte que ha tenido Krystal con los hombres, sería una raya más para el tigre.

Todos ríen. Incluso Rafaela hace unas carcajadas a pesar del dolor. Robert grita.

Robert
¡Stop, stop, stop! ¡Lo están haciendo otra vez! Estoy aquí enfrente de ustedes, tratando de caerles bien, de ser parte del grupo y ustedes se ríen como sino existiera ¡Me tienen harto!

Armando
Pero ¿Qué pretendes, Robert? Vienes con un arma. Le caes a golpes a Rafaela, drogas a Alfonso y también quieres que te caigamos bien. No te entiendo.

Krystal
Y yo entiendo menos eso de que yo estoy destinada para Alfonso. Me gustaría que te explicaras.

Por primera vez en al noche, Robert se sentó. Su mirada cambió de ira a diversión, como si estuviera hablando de un viaje que hizo a Disney.

Robert
Fíjense, cuando me sentaba a verlos cada noche, empecé a comprender lo que pasaba. Veía los chistes, las reacciones de cada uno de ustedes y ahí se mostró el destino de cada uno de ustedes.

Las risas habían desaparecido. Cada rostro reflejaba tensión. Mientras Alfonso seguía bajando las ataduras de sus piernas, ya estaban a punto de finalizar el talón.

Robert
Lo vi clarito. Krystal... como les adelanté... con su belleza única, su figura perfecta, su rostro hipnotizador, terminará con Alfonso, el más preocupado por su cuerpo. Un hombre que sabe cuidarse a si mismo, sabe como cuidar a una bella dama como Krystal... y está Rafaela, la mujer más fuerte que he conocido, apenas le he dado una docena de golpes y todavía está ahí, parada, resistiendo...

Armando fue detenido por Krystal y Alfonso, quería atacar a Robert, quien colocó su revolver cerca del cráneo del morocho. Hermes y Julia quedaron fríos viendo el arma más cerca, estaba junto frente a sus ojos.

Robert
Armando, please, dejame continuar... (bajó el arma. Armando se echó hacia atrás)... en fin... Rafaela es fuerte, tan fuerte que puede proteger a.. justamente a ti, Armando, que eres tan débil, tan callado, tan parte de la manada.. ustedes serán un matrimonio ideal. Con muchos niños... y por supuesto, quedan los inteligentes del grupo, los cerebros. Sus conversaciones son tan elevadas en el plano intelectual que harán una danza de potencialidades, fórmulas químicas y experimentos biológicos que los hará enamorar. Julia heredará la casa y hará un jardín de especias, con orégano, albahaca, ají picante... beautiful... verá crecer los retoños mientras crece su viente con el primogénito, hijo de Hermes... Es una linda historia...

Hermes no pudo evitar soltar una lágrima. Julia estaba temblando, al igual que Krystal. Armando trataba de entender lo que decía Robert. Rafaela se estaba recuperando y crecía su rabia contra el agresor. Alfonso ya se había liberado las piernas.

Armando (en tono contestatario)
Así que lo tienes todo resuelto, ¿Eh, Robert? Veo que tienes la historia perfecta de nuestras vidas... pero no sabes cuanto estas equivocado. ¿Sabes por qué? Porque no nos conoces. Porque te quedas con la superficialidad de nuestra imagen desde la acera de enfrente, pero te voy a decir algo. Por mucho que quiera a mi Rafaela hermosa, nunca pudiera ser su novio ¿Sabes por qué? Porque los ojos con los que veo a Rafaela son los mismos con los que veo a mi hermana Julia y así veo a Hermes y a Alfonso ¡Como mis hermanos! Pero eso no lo entenderás nunca, Robert, porque tu no tienes amigos para saber lo que se siente.

Rafael volvió a llevar la pistola a la frente de Armando.

Robert
Te advierto que te estás pasando de la raya. Su destino ya está escrito... tu terminarás con Rafaela.

Rafaela (en tono desafiante)
¿Por qué tu lo digas? Estás loco, chico, además, ¿Cómo sabes que no tengo novio yo?

Robert llevó su pistola a Rafaela

Rafaela
¡Porque te olvidaste de mi! Y sí, tengo novio desde hace un año ¿Sabes por qué no lo sabes? Porque no me conoces. Porque no tienes ni idea de lo que hemos pasado juntos Armando y yo. Para tu información, aunque no tengo porque decírtelo, Armando me ayudó a superar mi depresión cuando no fui aceptada en la universidad, cuando estuve desempleada por casi dos años ¿Cómo te quedó el ojo? Resulta que YO soy la débil y Armando es el fuerte.

Rafaela escupió los pies de Robert. 

Robert (con el dedo en el gatillo)
You fucking bitch...

Alfonso saltó con sus manos atadas pero con sus pies liberados hacia el demente, que dejó escapar un tiro que penetró el metal del portón. Armando y Hermes también se abalanzaron sobre el atacante. Alfonso intentaba empujar hacia el piso a Robert con su hombro y lo logró. Al caer, su arma salió volando. Hermes lo tomó por las piernas y Armando le apretó el cuello. Krystal voló hacia adentro de la casa con Rafaela y Julia.



La pelirroja regresó con unas tijeras y cortó la grapa de Alfonso. Mientras los chicos trataban de controlar a Robert, Alfonso entrelazó sus dedos, mostró las palmas al frente, estiró los brazos y pareció sonar cada hueso de sus extremidades. Mostró una sonrisa malvada.

Alfonso
¿Nunca has visto a un gay... molesto?

Alfonso saltó sobre Robert y empezó a molerlo a golpes. El catire apenas podía defenderse con Hermes tomando sus piernas. 

La sirena de la policía sonó. La patrulla había regresado. Andrés salió corriendo hacia la casa, apuntando con su arma.

Andrés
¡Quieto todo el mundo!

Alfonso se quitó de encima de Robert, quien apenas respiraba pero estaba consciente. Hermes se levantó y Julia salió de la casa, con las llaves en mano. Le abrió al oficial, mientras que Krystal y Armando se abrazaban.

Andrés
¿Qué es todo esto?

Julia
Nuestros amigos aparecieron, señor Andrés. Ese muchacho los secuestró y los trajo a la casa.

Andrés (apuntando a Robert)
Ciudadano, levántese.

Alfonso
Creo que no responderá por un buen rato

Andrés
¿Usted le dio esa paliza?

Alfonso
Yo...

Hermes
... yo también le di

Armando
Yo también lo golpeé

Andrés
Bueno, bueno, bueno, digamos que se estaban defendiendo. Carlos, llévate al catire.

El segundo oficial entra a la casa con su arma apuntando a Robert, quien intenta levantarse del jardín de la casa de los padres de los morochos. Como puede lo levanta y con un lento caminar llegan a la camioneta de la policía. Le coloca las esposas y lo mete en la parte de atrás. 

Hermes le entrega la pistola de Robert a Andrés.

Andrés
Vamos a la comisaría para que presenten cargos. ¿Quién va conmigo?

Hermes
Yo. Solo permítame vestirme para la ocasión y voy con usted.

Krystal
Julia, acompáñalo. Yo me llevaré a Alfonso, Rafaela y Armando que necesitan un médico.



Así se separa el grupo. Hermes y Julia van a la comisaria y Krystal se lleva a los lesionados a la clínica que esta a 10 minutos de la casa de los morochos.

Krysal manejaba el malibú y a su lado estaba Armando, quien le agarró la mano. La pelirroja respondió con una sonrisa.

Pasaron dos años en calma...

Krystal estaba vestida con una bata de color turquesa. Sentada en el porsche de la casa de los morochos con sus piernas cruzadas, dejando mostrar sus torneadas piernas. Su barriga era enorme, incluso para su estado, ya tenía ocho meses de embarazo. 

Mientras tomaba té frío, Krystal le sonreía a Armando quien estaba plantando una mata de orégano en el jardín donde había caído Robert aquella noche. El morocho estaba sin franela, el sol le golpeaba sin piedad en su espalda que estaba bañada en sudor.

Finalmente terminó de plantar la planta y se fue al lado de su amada, la abrazó y la besó.

En la acera de enfrente, Hermes tocó la corneta, desde adentro saludaban Alfonso y Rafaela. Julia se despidió de su hermano y su cuñada vistiendo una minifalda y la parte de arriba de un traje de baño.

Julia
Gracias hermanito por plantarme la matica de orégano. Luego siembrame la de romero, por favor. ¡Nos vemos más tarde!

Armando sonríe y entra a la casa.

Armando
Ya vengo, voy a tomar agua.

El carro de Hermes arranca, pasa por al lado de la plaza llena de malezas y monte que estaba frente a la casa de los morochos. Desde ahí, entre los arbustos había una figura humana que casi no se movía.

Krystal trató de fijar su vista en la plaza, creyó haber visto algo moverse ahí. Se levantó y caminó hacia adentró de la casa. Cerró la puerta con seguro.

Fin

viernes, 2 de agosto de 2013

Seis (5)

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El tono de la carcajada rechinó dentro del oído de los muchachos adentro de la casa. En la puerta del cuarto de Julia, los cuatros fijaron las miradas los unos a los otros. Armando todavía tenía su mano en el pomo de la puerta de su hermana, sin saber que hacer exactamente llevó su mirada hacia la sala.

Krystal entró al cuarto de Julia. Los nervios volvieron a ella, temblaba y le agarraba las manos a su amiga. Hermes trataba de secarse la cara lo más pronto posible sin que Armando y Krystal lo vieran. Pero no hacía falta, todos habían puesto sus ojos en el frente de la casa.

La carcajada volvió a sonar.

Armando
Dejé la tarjeta del policía en mis pantalones, voy a buscarlo para...

El morocho fue interrumpido por una voz familiar desde afuera.

Rafaela
¡Muchachos! ¡Abran!

Los cuatro amigos se observaron unos a otros.

Julia
¡Esa es Rafaela!

Armando
Sí... está allá afuera. Mejor vamos... ¡Rápido!

Sin pensar mucho, los cuatro amigos corrieron hacia la sala. Julia abrió la puerta de madera y lo que vieron les dejó paralizados. Hermes abrió la boca y los ojos. Krystal apretó sus labios para no llorar, pero no pudo evitar que le saliera una lágrima. Armando llevaba su mirada de un lado a otro sin decir nada. Julia estaba congelada desde que abrió la puerta.

Rafaela estaba acompañada por un hombre que le llegaba a su hombro. De cabello largo y amarillo, cachetes redondos, pero de contextura delgada, ojos claros y con una sonrisa de oreja a oreja. En su mano izquierda tenía una pistola que apuntaba a la cabeza de Rafaela, quien tenía un ojo morado y salía una línea de sangre desde su nariz.

El desconocido vestía una franela negra y unos pantalones militares oscuros. Sus botas negras apenas se veían detrás del portón.


Desconocido
¿No le van a abrir el portón a su amiga?

Posteriormente soltó otra carcajada. Armando estuvo a punto de volver a entrar a la casa. 


Desconocido
Si alguien se mueve les vuelos los sesos a Rafaela... ¡Ah! Y también tengo a Alfonso. Así que mejor... no inventen. Abranle a su amiga, vale.

Rafaela
¡No le hagan caso a este...!

Rafaela fue interrumpida por un rodillazo del secuestrador directo al estómago. Krystal y Julia pegaron un grito.

Desconocido
Shh.... No hagan bulla... pueden despertar a un vecino (otra vez la risa) ¡Abran!

Los amigos estaban congelados. Nadie parecía entender la situación. El desconocido reviró los ojos y dio las instrucciones desde afuera de la casa.

Desconocido
¿Es qué no entienden lo que les digo? Mira, tu, Armando, abre la bendita puerta de una vez. Los demás, se me van sentando como buenos amiguitos en la escalera. Gracias.

Julia era quien tenía la llave, no podía evitar temblar sin control, su hermano la intentó tranquilizar.

Armando
Tenemos que hacer lo que dice. Dame las llaves, Julia.

Aunque hubiera querido, Julia no podía moverse. Armando se la quitó de sus manos y caminó hacia la puerta. Al abrir el portón, el secuestrador empujó a Rafaela hacia adentro y golpeó a Armando con la pistola. El morocho cayó en la escalera.

Krystal salió de su shock y le reclamó al no invitado.

Krystal (corriendo a agarrar a Rafaela)
Ya abrimos la puerta, vale, no hace falta tanta violencia, vale... mira, te damos las llaves de los carros, lo que quieras, pero deja la golpeadera vale.

Desconocido (gritando)
No. No me digas que hacer, Krystal

Krystal
¿Y cómo sabes nuestros nombres?

Desconocido
Sé mucho de ustedes, mucho más de lo que creen.

Como si fuera un saco de papas, el recién llegado soltó a un inconsciente Alfonso, quien estaba atado de manos y pies, en las escaleras. Justo al lado de Armando que se estaba recuperando, agarró las llaves que estaban en la puerta aún y la metió en su bolsillo derecho. Apuntando, subió las escaleras y llevó a Hermes y a Julia a que acompañaran al grupo.



El desconocido se mantuvo apuntando su pistola desde el porsche de la casa. Viendo a cada uno de los muchachos. Luego llevó su mirada para los lados, hacia la casa y el techo.

Desconocido
Así que... esta es la casa de los morochos. ¡Wow! This is amazing

Rió una vez más. Krystal le limpiaba la sangre a Rafaela con su franela y Armando trataba de acomodar a Alfonso a su lado en la escalera, e intentaba revivir a su amigo, pero sin éxito todavía. Le daba unas pequeñas cachetadas para ver si reaccionaba.

El extraño vio su reloj y comentó.

Desconocido
El grandote despertará en unos... seis minutos... Así que no gastes energía en tratar de revivirlo todavía, Armando.

Armando (hartándose del asunto)
Si me vas a llamar por mi nombre, al menos dime el tuyo

Desconocido
¡Vaya! pero si ahora sí les interesa mi nombre. Después de todos estos años en que me ignoraron, ahora quieres saber quien soy yo, fucking idiot.

Krystal
Respete por favor, aquí nadie se ha metido con usted para que nos tenga así.

Desconocido
Tienes razón, Krystal. Ciertamente ustedes nunca se han metido conmigo, ni siquiera me han hablado, es más pareciera que para ustedes yo no existiría ¡Nadie existe para ustedes!

Krystal
¿De qué habla, señor?

Desconocido
¡De la secundaria! Esa linda fase en la que ustedes vivieron un color de rosa, pero lo mio fue un agujero negro. Hicieron su grupito y me ignoraron, intenté jugar con ustedes y me dejaron por fuera, ni siquiera quisieron escuchar las respuestas en los exámenes que les intenté dar... Not even that!

El silencio se apoderó del lugar una vez más.

Desconocido
¡Ni siquiera tienen idea de lo que les estoy hablando! You idiots!

Armando levantó las manos y habló con un tono conciliador.

Armando
Esta bien, esta bien, somos unos egoístas introvertidos, pero si nos dijeras tu nombre, quizás supiéramos exactamente que hicimos mal.

Desconocido
Está bien... 

El extraño bajó la pistola un segundo y se agarró el cabello con una cola de caballo para que pudieran apreciar mejor su rostro. Su sonrisa ya no parecía malévola sino de orgullo. 

Desconocido
Mi nombre es Robert Harrigan... Estudié con ustedes séptimo y octavo.

Hermes
Claro... yo te recuerdo. Eras bastante callado... y mucho más gordo.

Robert
¡Gracias! Thank you very much, Hermes. Seguro me recuerdas porque hicimos un trabajo de biología en el segundo lapso de octavo grado.

Hermes
Viejo, pero estamos hablando de hace 17 años ¿Cómo pretendes de que me acuerde de algo así?

El desconocido vociferó muchas cosas, la mayoría sin sentido y en inglés. Movió su arma de un lado a otro y se detuvo apuntándole al grupo de amigos. Todos parecían congelados, excepto Alfonso que se movió.

Alfonso
¿Dónde...? ¿Dónde estoy?... (abrió los ojos por completo) ¡Tu! ¡Hijo de puta! ¿Qué nos has hecho? ¿Están bien?

Robert 
¡Y despertó el que me ha cagado los planes! Ladies and gentlemen: Alfonso. El gran amigo de ustedes que ha decidido cagarles la vida. ¡Un aplauso por favor! 

Robert aplaude como si se tratara de una opera. Nadie entiende lo que pasa, Alfonso lucha por quitarse las cuerdas pero es en vano. 

Robert
That's right, my friends. El amigo que tiene un secreto que compartir con ustedes, ese secreto que no les ha contado a ustedes... porque ¿Acaso no se preguntan por qué Alfonso no le habla a su familia? 

Alfonso rompió a llorar. Los demás se quedaron en silencio. Julia intentó acercarse para consolar a su amigo, pero fue detenido por la punta de la pistola de Robert.


Robert
Atrás, Julia... además, no le gustaría que la consolaras tu... quizás sí tu hermano ( y echo a reir)

Alfonso
No tienes ningún derecho a hacer esto, Robert. Déjanos en paz. Si tu problema es conmigo, solucionalo conmigo.

Julia
Y cualquier problema que tengas, Alfonso, tu sabes que no nos echaremos para atrás. Que somos tus amigos.

Krystal
Y sea lo que sea que diga este loco, nosotros te apoyamos a ti.

La carcajada diabólica de Robert interrumpió la conversación, luego recobró su vista hacia el grupo de secuestrados.

Robert
Me van a hacer llorar... Resulta, que su vida perfecta... que este hermoso grupo lleno de armonía, que tenían un futuro brillante... your friend Alfonso, lo arruinó.

Armando
Bueno, ya déjate de pendejadas, Robert, tu no eres nadie para decidir el futuro de nosotros.

Robert
¡Te equivocas! El destino de ustedes ya está escrito. Yo lo he podido leer y cada noche, cada vez que pasaba con mi carro por enfrente de esta casa y los veía desde la calle, disfrutaba de una nueva escena. La primera vez fue hace como cinco años. Yo había vuelto a la ciudad después de haber estado con mi padre en el extranjero. Manejé en mi camioneta y al pasar por esta plaza vi a la derecha y ahí estaban reunidos.

A la primera que reconocí fue a Krystal ¡Más hermosa que nunca! Su cabellera roja me hizo voltear y reconocí al resto. Di como cinco vueltas para verlos bien. Ustedes ni se dieron cuenta.

El terror apareció en la cara de cada uno de los amigos mientras escuchaban el relato de Robert. Alfonso lloraba en silencio. Rafaela apenas podía ver por el ojo que tenía morado. Armando veía hacia todas partes.

Robert
Tampoco se dieron cuenta cuando empecé a venir cada jueves, viernes y sábado y me estacionaba con mi camioneta frente a la casa. En la acera de la plaza. Ahí disfrutaba de cada noche con ustedes... me acuerdo aquella vez que tuvieron que llevarse a Hermes entre dos porque se había rascado. O cuando Rafaela les mojó a todos con la manguera en pleno carnaval... o la vez que Julia preparó un pollo inscrutado en una lata de cerveza en la parrilla del frente de la casa. De verdad que disfruté cada momento con ustedes. Por lo que después de dos años, decidí a que tenía que entrar al grupo. Intentar una vez más que me hablaran, ser parte de su familia. Pero ¿Cómo lo iba a hacer? ¡Ahí fue cuando averigüe la vida de cada uno de ustedes! Los seguí a la universidad, luego a sus trabajos y ahí vi mi oportunidad: Alfonso.

Armando
Todavía no entendemos nada. Al menos ten la decencia de ir al fondo del asunto.

Robert disparó en el hombro a Armando. Krystal saltó desde el lado de Rafaela y agarró a Armando antes de que se cayera. Julia abrazó a su hermano. Hermes se quitó la franela y le hizo un torniquete en el hombro a su amigo.

Robert
El próximo que me interrumpa le metó una bala en la cabeza.

Hermes
¡Estás loco, Robert! Mátanos de una vez si eso es lo que quieres.

Robert
¡No! Quiero ser parte del grupo pero ustedes no me dejan... en fin... empecé a ir al gimnasio donde trabaja Alfonso y empecé a buscarle para que fuera mi instructor. Él me atendió muy bien y me di cuenta de que no me recordaba... en fin... el día en que estábamos entrando en confianza, esperé a que fuera al baño del gimnasio para buscarle conversación... pero ahí estaba...



Alfonso
Por favor... no le digas... 

Robert (ignorando los sollozos de Alfonso)
... con otro hombre... kissing each other! Cayéndose a latas. Besándose sin remordimiento.

Todos fijaron su mirada en Robert, luego en Alfonso.

Krystal
Amigo... ¿Eres gay?

Alfonso
Sí...

Krystal
¿Y por qué no nos habías dicho nada, tonto?

Alfonso
Lo intenté. Pero no quería pasar lo que pasó con mi familia. Ellos... ellos no lo entendieron... pensé que ustedes no lo entenderían y tampoco lo quise averiguar.

Julia
Pero, Alfonso, tu sabes que nosotros te queremos y que te apoyaremos siempre. Es una lástima que no hayamos visto las señales... (mirando a Hermes) aunque recientemente me han reclamado que no soy buena captando las señas, sabes que igual te hubiéramos apoyado.  Lo que no entiendo (volteándose hacia Robert) es ¿Cómo esto te molesta tanto? ¿Cómo es que pretendes jugar con nuestras vidas por la preferencia sexual de nuestro amigo?

Robert caminó de un lado a otro del estrecho porche de la casa. Movía su pistola y respiraba fuertemente. Finalmente habló.

Robert
¡Es que eso caga los planes! Todos ustedes tienen las historia escrita que yo disfruto. Intenté mezclarme en ella y por eso fue que cambiaron las cosas... por eso cambió todo. Ahora tienen que hacer que la historia vuelva a su cauce. Listen to me... listen! Alfonso está destinado a casarse con Krystal.

Continuará...

miércoles, 31 de julio de 2013

Seis (4)

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En el pasillo, Hermes, cuyas piernas blancas y delgados brazos parecían brillar en la oscuridad, respiraba profundo. Titubeó antes de tocar la puerta tres veces del cuarto de la morocha. Apenas pudo escuchar la voz de Julia desde adentro de la habitación invitándole a pasar.

Su corazón a toda máquina le impedía escuchar con claridad. Cada palpito retumbaba en todo el interior de su cuerpo. Amagó un poco al girar el pomo, pero luego lo logró.

Y no era la imagen que esperaba.

El aire acondicionado había enfriado con fuerza las paredes de la habitación de Julia, quien se convertía en un shawarma de sábanas sobre las grandes almohadas de su cama. Apenas Hermes podía apreciar algunos cabellos en la parte alta de la cama. Del resto, todo estaba cubierto con un edredón de color crema, similar al de las paredes.

La luz azul del televisor era lo único que alumbraba la estancia. Las cientos de fotos sobre el mueble de la computadora no se detallaban. Solo brillaban sus marcos.

Julia destapó una pequeña parte de su rostro y le sonrió a Hermes.

Julia
¿Qué esperas? Acuéstate ya. Mañana tienes que trabajar.

Hermes
Uno. No tengo que trabajar. Dos. No esperes a que me acuestes sin tener una cobija.

Julia (acelerada)
Ahí en la orilla de la cama tienes tu sabana. Disculpa que deje el televisor prendido, pero con el loco este dando vueltas intentaré dormir... pero con un ojo abierto. No soporto el silencio en momentos como este, se me llena la cabeza de pensamientos y pensar mucho, ahora no me ayuda para nada.

Hermes (poniendo sus lentes al lado del TV y tratando de calmar a la dama)
Entiendo, no tengo problema. Además, por más que me desvele me levantaré a las 6:30 de la mañana. Ya estoy acostumbrado.

Julia
Son las 10 de la noche ahora. Tendrás ocho horas justas para dormir, más que suficiente para que el cuerpo descanse y además, leí por ahí que es la cantidad de horas más saludable para...

Hermes (interrumpe mientras se arropa con la sabana blanca)
De hecho, estimada Julia, ese es un mito extendido en nuestra civilización. Un señor llamado Roger Ekirch realizó una investigación de 16 años en las que notó que el patrón de sueño de la sociedad se divide en dos periodos de cuatro horas. Es decir, podemos dormir cuatro horas, activarnos y pasar un buen rato despierto, antes de dormir la otra mitad del sueño partido en dos...

Julia estaba con la boca abierta, como siempre terminaba cuando hablaba con Hermes, quien parecía una enciclopedia infinita. Ya a estas alturas de su amistad debería no extrañarse por ese tipo de cosas, sin embargo, le sigue pasando.

Julia
¿Cómo...?

Hermes
Lo he leído en BBC Mundo. Es una nota interesantísima.

A Hermes le encantaba ver a Julia sorprendida. Sentía cosquillas en el estómago cuando veía la cara de estupefacta de la morocha. Por eso, siempre intentaba sorprenderla con este tipo de cosas. Por eso no pudo evitar verla fijamente y con una sonrisa de oreja a oreja.

Julia (con risa nerviosa)
¿Por qué me ves así?

Hermes
Bueno... eh... me gusta sorprenderte.

Julia (que no fue lo suficientemente rápida para tapar su rostro sonrojado)
Gracias... supongo

Acto seguido se tapó su cara, como el shawarma que había visto Hermes al entrar al cuarto.



Hermes se recostó y trató de olvidar lo sucedido viendo las imágenes en el televisor que, sin volumen, no eran más que una serie de movimientos sin sentido. El frío pareció haberse afincado en el cuerpo del flaco. Titubeó varias veces, su boca se movía pero no salían palabras. Finalmente pudo decir algo al tercer intento.

Hermes
No... pretendí... ponerte incómoda.

Julia asomó su cabeza con lentitud de entre el edredón y las almohadas.

Julia
Pues no lo has hecho... no ha pasado nada... duérmete ¿Vale? Que tenemos que aprovechar este momento para descansar... no sabemos que pueda pasar después.

Hermes
Sí... sí... yo solo... eh... bueno... pues...

La morocha estaba entre las disyuntiva de seguir escuchando a Hermes o volver a intentar dormir. Su corazón se había acelerado de pura ansiedad. Entre lo que iba a decir su amigo y el loco rondando la casa, no sabía lo que podía pasar en el siguiente instante.

Hermes
Yo... cuando estoy contigo... pues no coordino... no hablo bien y me vuelvo bruto... bueno... tu sabes lo que dicen

Hermes intentó sonreír. Julia lo miraba con atención y se encogió de hombros.

Hermes
Pues que lo único que hace inteligente a los brutos y brutos a los inteligentes es el amor.

Julia frunció el ceño. Luego soltó una carcajada. Sacó la parte de arriba de su cuerpo, que mostraron una conservadora piyama de nubes y lunas de manga larga. Vio que Hermes la veía diferente y ella, colocó su mirada más seria.

Julia
Hermes... ¿Cómo vas a hablar de amor si somos amigos? O peor... ¿Cómo vas a hablar de algo así dada la situación en la que estamos?

Hermes
Eh... Julia, cálmate por favor, es solo que... bueno, no he pensado, en fin, me pongo bruto como ya dije.

Julia
Bruto no... brutísimo ¿Qué creías? ¿Qué por estar cagada de miedo me iba a ir a tus brazo de héroe? Déjate las payasadas, amigo, por favor.

El flaco también se sentó en la cama para ver fijamente a los ojos a la morocha.

Hermes
¿Pero por qué dices semejante cosa sin sentido? ¿Crees que yo quisiera aprovecharme de ti? Julia, por favor, entiendo que no es el mejor momento. Pero mi sentimiento es sincero.

Julia (acelerando el ritmo otra vez)
Hermes, insisto, no me hables de amor... ni de sentimientos... cuando eres mi amigo. Y así es como te quiero. Valoro demasiado nuestra amistad como para estarla complicando con sentimientos. Ni siquiera me has invitado a cenar una vez y hablas de "amor" ¡Y en una noche en que un loco nos está acechando! Ni siquiera sabemos si Alfonso y Rafaela está bien y tu me sueltas esa perlita ¡Que falta de respeto!

Hermes (que ya empezaba a molestarse un poco)
Nunca hemos cenado porque me cuesta mucho invitarte, pero siempre te escucho, siempre estoy ahí para ti, siempre hablamos de nuestros planes. Siempre compartimos. Yo sí valoro esas cosas y creo que podemos tener algo más bonito que una simple amistad.

Julia (bajando el ritmo, intentando conciliar)
Nuestra amistad no es una simple amistad, cariño, nos tenemos tanta confianza... somos tan buenos amigos desde que tengo uso de razón... por eso no la quiero arruinar... además... ¿Qué te parece si... disfrutas tu soltería? Sal en las noches, diviértete con muchas mujeres... eres un soltero, apuesto, inteligente...

Hermes
Por favor, Julia, no me halagues que me haces más daño

Julia (intentando convencerlo)
... además, gozas de un buen puesto de trabajo. Anímate, no debe ser difícil comprarte un apartamento con el sueldo que ganas, además...

Hermes rompió en llanto. Una faceta que nunca había visto Julia, a pesar de conocerlo desde el jardín de infancias donde hubiera sido más fácil conseguirlo llorando. Pero no fue así, estaba en su cama, ya graduado de ingeniero y con la cara totalmente arrugada. Hermes intentó borrar las lágrimas con las palmas de su mano, respiró profundo...

... y habló...

Hermes
Me botaron.

Julia
Pero Hermes... ¿Cómo?

Hermes
Intenté explicarle como eran las cosas a los chinos que vinieron a inspeccionar el sitio. Los desgraciados no quisieron ni escucharme. Les dije sus cuatro cosas, que por invasores como ellos es que este país estaba como estaba... y el jefe vio todo. Me botó. Sin derecho a liquidación. Dice que no cumplí con mi trabajo. ¿Alguien me preguntó como había terminado de ir con lo de los chinos? Noooo... ustedes y su mania de internarse en sus rollos y no preguntar por los demás... pero yo sí pregunto... yo sí me intereso por los demás, de saber como están... al menos me preocupo por ti... y te escucho.

Julia intentó decir algo, pero no pudo. Hermes poco a poco bajó la intensidad de su llanto y al mismo tiempo se bajó de la cama de la morocha.

Hermes
...Yo... yo... disculpa... he estado fuera de lugar... tienes razón... yo dormiré en la sala... no pasa nada...

Julia
Hermes por favor, no te vayas... por favor, que no quiero que nos separemos y entre el loco ese a la casa y tu allá afuera... me preocupas... me haces sentir culpable.

Hermes
No tienes por qué sentirte culpable... he sido yo el único culpable de esto... me iré a dormir a la sala. No te preocupes... descansa....

Julia se quitó de encima el edredón e intentó bajarse de la cama, al mismo tiempo que Hermes agarraba los lentes de al lado de la TV y se los colocaba para salir, con la sabana blanca en mano.

Pero un ruido del pasillo lo detuvo. Ambos amigos quedaron paralizados.



La puerta se abrió.

Era Armando y Krystal. Ambos despeinados. El morocho tenía la mano en el pomo y con alerta dijo.

Armando
Hemos vuelto a escuchar la risa.

La carcajada maniática llegó hasta el pasillo. Sonaba como si estuviera más cerca de la casa.

Continuará.

viernes, 26 de julio de 2013

Seis (3)

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Para leer la segunda parte click aquí.


Armando salió tan rápido como pudo, tomó el celular de Alfonso de la escalera y volvió a la casa. Usó cada uno de los tres seguros de la gran puerta de madera tallada para reafirmar que estarían bien encerrados dentro de la casa de sus padres.

Julia abrazó a Krystal y caminaron a paso acelerado al cuarto de la morocha, que era la habitación más lejana de las ventajas de la casa. Armando y Hermes fueron detrás de ellas. El morocho fue el último en entrar al cuarto y cerró la habitación.

Armando se dejó caer al suelo, con su espalda rozando la puerta. Hermes se quedó parado en el minúsculo espacio entre la cama y el closet. Krystal se echó a la cama con Julia, ambas con sus manos agarradas y sin poder aguantar los nervios.

Pasaron unos cuantos minutos, que se volvieron eternos en un silencio tenso.

Armando
Si esto es una broma... y espero que sea así... es muy, muy pesada.

El frenético sonido de la música electrónica, proveniente del celular de Alfonso, hizo que los cuatro amigos saltaran del susto. Armando chequeó para ver de quien se trataba. La pantalla marcaba "Rafaela".

Armando
¿Aló? ¿Rafaela? ¿Aló?

Julia, Krystal y Hermes no le quitaban la vista de encima a Armando que se mantenía sentado en el piso. Su cara expresaba la confusión total que pasaba del otro lado de la línea. De golpe se quitó el celular de Alfonso.

Armando
Oficialmente estamos jodidos: tiene a Rafaela.

Hermes
Pero... ¿Cómo? ¿Por qué?

Julia
¡Yo sabía que algo andaba mal, estos no son juegos! ¿Pero qué te dijo?

Armando
No se entendió nada. Solo sonó la risa esa que nos ha jodido la noche. Eso es todo lo que sé.

Krystal
Chama... pero no entiendo nada... es decir... era más fácil agarrarnos a toditos aquí a esperar a que Alfonso se fuera, agarrarlo, después ir por Rafaela... después volver... es todo muy confuso.

Julia
¿Y si Rafaela fue la que volvió? Recuerda que ella me dijo que volvía y con lo porfiada que es ella.

Armando
En fin, eso no lo sabemos ahora. Lo importante es mantenernos juntos de ahora en adelante, si Krystal quiere un trago, todos iremos por el trago, si Julia quiere un sadwich de pera con chorizo, todos vamos por el sandwich, si Hermes quiere ir al baño...

Hermes (interrumpiendo)
Eh... estoy seguro que el acosador no estará en el baño, así que tranquilos... puedo ir solo.

El cuarto volvió a quedar en silencio y Julia lo rompió con una sonora carcajada. Armando y Krystal se contagiaron y por último Hermes se unió a las risas. Parecía que era la cura ideal, la pelirroja respiró profundo y soltó sus manos de Julia. La morocha se dejó caer en su cama y quedó viendo fijamente el techo. Armando se levantó.

Armando
Bueno, creo que es mejor llamar a la policía. Insisto en que sea una mala broma.

Hermes
¿Y qué le dirás a la policía? ¿Que tenemos dos amigos perdidos? Sabes que no te pararán ni media pelota.

Krystal
Podemos decirles que sospechamos de un secuestro, como está la inseguridad ahora sí nos pararán.

Armando
Tu eres abogada, Krystal, ¿No conoces ningún policía de confianza?

Krystal
No, Armandito, los que conocía los movilizaron a la capital. Creo que tendremos que intentar con el número de emergencia.

Hermes
Creo que no resultará nada bien.

Julia (todavía viendo al techo)
Creo que estás muy negativo, mi flaco. Relájate. Ven. Siéntate en la cama.

Hermes hizo caso con mucha timidez y de forma lenta se sentó al lado de Julia, quien no cambió su postura. Armando se puso en pie, marcó el teléfono de emergencia y esperó a que alguien atendiera. En lo que lo hicieron empezó a dar los detalles de lo que había sucedido hasta ese momento.

Krystal tomó el control del televisor de Julia y lo encendió, empezó a cambiar canales sin observar lo que estaba pasando frente a sus ojos. Julia volteó su cara hacia la pantalla. Hermes seguía cada movimiento de Armando, escuchaba cada palabra que otorgaba a la operadora, hasta que trancó el teléfono.

Armando
Bien, enviarán a una patrulla. Llegarán en 15 minutos.

Krystal (viendo su reloj) 
Son las 10:12 de la noche, así que a las 10:27 deberían estar aquí.

Hermes
Yo no estaría tan seguro... tu sabes como son los policías acá.

Julia
Ay, Hermes, deja el bendito tema de la negatividad. Es lo que menos necesitamos ahora.

Armando (interrumpiendo)
Bueno, bueno, vamos a hacer algo mientras esperamos. Metamos el carro de Hermes al garaje.

Julia se levantó de su cama echa una fiera. Sus ojos se habían vuelto rojos de pura rabia. Hermes saltó de golpe y Krystal resopló de puro fastidio.

Julia
¡Es que te has vuelto loco! ¿Quieres que nos termine de agarrar a todos?

Armando
No, lo que quiero es no darle más cancha al tipo. Relájate. Si dejamos el carro de Hermes ahí, le damos más chance de que tenga donde ocultarse, además si pasarán la noche aquí, no veo conveniente dejar el carro afuera toda la noche.

Julia (todavía fuera de sí)
¡Tampoco veo conveniente salir cuando no sabemos que está pasando allá afuera!

Hermes trata de calmar el asunto. Se interpone entre los dos hermanos.

Hermes
Ve, Armando, tienes razón... (antes de que la morocha hablara aceleró la ídea) y tu también tienes razón, Julia. ¿No sería mejor...? Digo... ¿...Si esperamos a la policía? Y ahí sí movemos el carro.

Armando (casi gruñendo)
Está bien, está bien. Pero cuando se trate de intentar dar ideas para subsistir a esta situación, no me llamen, que ya no daré más opciones.

Julia
Pues me parece muy bien, si tus opciones son las de entregarnos en bandeja de plata al loco ese que está allá afuera.

Krystal le subió el volumen al televisor. Un videoclip de música alegre rompió la tensión entre los hermanos. La pelirroja sonrió y agarró a su amiga por la espalda, la tiró a la cama. Hermes sonrió y Armando se quedó de brazos cruzados recostado a la puerta.

A Julia le costó sonreir al principio, pero luego se dejó llevar. Ambas cantaron a todo pulmón la canción que sonaba en el canal de música. Hermes se limitaba a observar a las chicas desahogando su rabia en la cama. 

El sonido de la patrulla fuera de la casa detuvo el momento de alegría. Los cuatro amigos salieron en grupo al frente y ahí estaba la patrulla de la policía con sus luces rojas y azules dando vueltas sobre el techo de la camioneta. Un oficial estaba recostado de la parte del frente del vehículo, el otro estaba en el portón de la casa de los morochos.



Andrés
Buenas noches, soy el oficial Andrés Suárez ¿Ustedes llamaron a emergencias?

Armando
Sí, oficial, yo fui quien llamó. Mi nombre es Armando y la cosa es que estábamos reunidos...

Mientras que el morocho daba detalles sobre lo sucedido, el otro policía echó un vistazo hacia la plaza del frente. No había nada entre esos banquitos de cemento y arbustos de gran tamaño. Ni siquiera un gato callejero.

Andrés
Entiendo. Entonces usted tiene el teléfono de su amigo... ¿Hay algún familiar de ellos que podamos contactar a esta hora?

Armando
Bueno, los dos viven solos. La mamá y el papá de Rafaela murieron cuando era niña y Alfonso no le habla a su familia... así que no sé a quien pudiéramos contactar.

El oficial sacó una tarjeta de su bolsillo, ahí estaba su número celular y su correo electrónico. Mientras que Julia abrió el portón blanco del garaje para que Hermes metiera su carro, justo detrás de la camioneta de Armando y al lado del corsa de Julia. 

No había espacio para el malibú de Krystal, pero poco le importó a la pelirroja dejar su carro afuera. Tenía un sistema de seguridad muy bueno.

Andrés
Si sabe de algo, no dude en llamarme. Nosotros vamos a monitorear el lugar esta noche y daremos una vuelta entre esta casa y la casa de sus amigos. Que tengan buenas noches.

Armando
Gracias, oficial.

Los cuatro amigos volvieron a la cocina de la casa. Buscando como sería el plan.

Julia
Creo que no todos cabemos en mi cuarto, así nos gustaría, tenemos que descansar.

Hermes
Eso me preocupaba a mi (suelta una risa nerviosa) ¿Cómo haríamos?

Krystal
Si fuera una situación normal, les diría para que las mujeres durmiéramos en el mismo cuarto, pero no creo que sea provechoso con el loco suelto.

Julia
Tienes toda la razón, Krystal. Te voy a prestar algo para que duermas más cómoda. 

Las damas salieron en dirección al cuarto de Julia. Armando y Hermes las siguieron, pero en el pasillo doblaron hacia el cuarto del morocho.

Armando
Bueno, mi pana, parece que tendré que prestarte algo para que duermas con mi hermana... ¡Cuidado con una vaina!

Hermes
Nojombre, Armando, ¿Tu crees que con un loco acechando pudiera tener una erección? ¡Que va pana!

Ambos ríen y entran a la pieza del morocho. Una ventana daba hacia el patio de la casa. Las paredes eran blancas y una cama individual estaba pegada a la pared. Frente a ella había un gran escritorio con una enorme computadora, cuya pantalla cubría casi todo el cuarto.

Armando abrió el closet y sacó del último compartimento unos shores y una franela blanca.

Armando
Creo que esto será más que suficiente para ti. Somos amigos de toda la vida, pero no creo que tengamos el nivel de prestarnos los interiores.

Hermes se empezó a vestir lo más rápido que pudo. Armando se tomó la cosa con calma, se quedó en sus boxers azul marino y ya su amigo estaba vestido. Unos golpes en la puerta del cuarto interrumpieron el momento.

Krystal
¿Se puede?

La pelirroja ya había entrado, vistiendo un mono azul y un guardacamisa blanco con una almohada en sus manos. Ahí estaba Armando, totalmente desprevenido. Intentó no darle importancia al asunto mientras desesperado buscaba un short.

Hermes
Eh... bueno, que descansen. Me voy rápido a la habitación con Julia... bueno, por lo del loco... ¿No? No es por otra cosa... yo...

Krystal
¡Ajo, Hermes! Estas loquito por pasar la noche con el amor de tu vida. Si tienes chance dile que la amas ¡Eso le encanta a las mujeres! (ríe)

Hermes se retira de la habitación, con su ropa en una mano y con la otra le muestra el dedo del medio a la pelirroja.

Armando se termina de vestir y Krystal acomoda la cama. 

Krystal (sacudiendo la sabana)
¿Y aquí cabemos los dos?

Armando
Sí... bueno... no... bueno cabíamos cuando eramos chamos.

Krystal
Cuando éramos chamos yo pesaba como 10 kilos menos.

Armando
¡No hables paja, vale! Que te ves muy bien así como estás.

Ambos sonrieron, pero no dijeron nada. Armando volvió a su armario, y desde un compartimiento superior, sacó un sleeping bag de color amarillo. Lo acomodó entre la silla del escritorio y el frente de su cama, donde Krystal ya se había acostado viendo hacia la pared.



Armando
Buenas noches.

Krystal
Buenas noches, Armando

El morocho apagó la luz y solo se vio el reflejo de los focos que provenían del patio. Entró como pudo en el sleeping bag y se quedó viendo el techo.

Krystal
Es raro... todo esto... es raro

Armando
Sí, bueno, a mi tampoco me había acosado un maníatico antes.

Krystal
No, tonto... desde que almorzamos la semana pasada no hemos vuelto a hablar tu y yo... solos ¿Me has estado evitando?

Armando
¿Cómo evitarte si vienes todos los fines de semana a mi casa... fastidiosa?

Ambos rieron. Krystal volteó su cuerpo para quedar frente a Armando, excepto por la distancia que había del suelo a la cama.

Krystal
Sí... yo seré la fastidiosa. Al menos yo no tengo años planeando un almuerzo ¡Imaginate cuando volvamos a hablar en privado pasarán como cinco años más!

Armando
Estás agrandada porque te confesé que te quería invitar a almorzar desde que empezamos en la universidad.

Krystal
¿Y qué tiene de malo? ja, ja, ja, además, pasaron cinco años para que me invitaras a almorzar

Armando
¿Y qué iba a hacer? ¿Que rompieras con Oscar? ¿O invitarlos a los dos?

La pelirroja volvió a reir. Sus ojos brillaban en la oscuridad, o al menos así le parecía a Armando cada vez que se veían.

Krystal
Ay... Oscar... ese perro... pero bueno, él es historia pasada. Hablemos del futuro ¿Pa' cuando hablamos?

Armando
Estamos hablando ahora ¿O no?

Krystal
Estamos hablando ahora porque un loco sádico no nos deja opción. Si esto no hubiera pasado, yo estaría en mi casa durmiendo ya. 

Armando
¿Durmiendo tu a esta hora? A esta hora estaríamos escuchando los cuentos de los culos del gimnasio de Alfonso, esa es una fija en cada reunión.

Krystal
Ja, ja, ja, sí, ojalá no le haya pasado nada al loco y mañana lo veamos. Sonriente, echador de vaina, con sus cuentos que parecen de otro planeta. De sus masajes sabrosos en la espalda, que solo él sabe dar cuando estamos en mucho stress.

Armando
Sí, el pana de verdad que es muy atento, ¿Sabes una vez se me acercó preguntándome qué me pasaba? Le dije que nada... pero que va, fue inútil, siguió preguntando hasta que terminé desahogándome con él. Lo de no conseguir trabajo me tiene bastante golpeado.

Krystal
Sí... él... y Rafaela. Los dos son muy sensibles, saben cuando uno se siente mal. El otro día Rafaela me brindó unos tragos porque sabía que no me había ido nada bien en los tribunales. Me vio la cara de molesta en la calle, no se la pude ocultar. Al final se montó en el malibú y me llevó a un sport bar en el centro. Yo hablé casi por tres horas seguidas. La chama no me interrumpió ni una vez... y pagó la cuenta... sabes... ella con la poquita plata que gana en la escuela, no le importó pagarme la cuenta...

Ambos suspiraron, con sus miradas en el techo, esperando porque sus amigos estuvieran bien.

Krystal
Cuando termine todo esto... cuando veamos a nuestros amigos y le demos un abrazo... tu me llevarás a algún sitio... y hablaremos. Hablaremos mucho, sé que tenemos mucho de que hablar.

Armando
Me parece justo...

Ambos permanecieron en silencio. Sin decir una palabra.

A lo lejos, la risa macabra retumbó hasta llegar a sus oídos.

Continuará...