Julia y Armando son los mejores amigos del planeta, además son hermanos. Al ser morochos, estudiaron siempre juntos. Sus padres los mantuvieron en el mismo colegio y cuando pasaron a la universidad, decidieron estudiar lo mismo: Ingeniería civil.
La vida de estos morochos ha llevado a tener el mismo grupo social y hay cuatro amigos que se han mantenido con ellos durante todo el trayecto: Alfonso, Krystal, Hermes y Rafaela.
El fin de semana para estos seis amigos empezaba el jueves, cuando se reunían en las escaleras del frente de la casa de los morochos a conversar sobre los estudios, el clima, las fiestas y las situaciones sentimentales, al son de una botella de vino o ron, depende de los ánimos.
Alfonso no terminó la universidad ¿Para qué? Sus habilidades en el mundo fitness le ha permitido aumentar sus arcas y convertirse en uno de los instructores con mayor demanda en la ciudad. Este éxito le ha permitido comprar un vehículo nuevo cada año, su penthouse y construir un cuerpo atlético que le hace ser el centro de las miradas de las mujeres.
Krystal es una aficionada a las bebidas alcohólicas, su carrera universitaria la pagó con los tragos que sirvió en un restaurante llamado "La manzana" donde desarrolló su profesión de bartender y le permitió levantar muchas miradas con su cabello rojo y su cuerpo esbelto. Una vez que se graduó en derecho, resolvió ejercer su carrera. Ahora está en una pequeña oficina en el centro de la ciudad, donde resuelve casos con respecto a las leyes laborales.
Hermes ha subido como la espuma en una empresa de extracción de oro. Sus habilidades de gerencia, sumados a sus conocimientos en el campo de la química, le ha llevado a ser una de las principales figuras en "Gold workers C.A" una trasnacional con mucha historia en la región. De piel morena, sumamente delgado y lentes de pasta, le delatan su vocación intelectual.
Rafaela se graduó de profesora en educación física y es la carrera de sus sueños. Desde pequeña jugó al fútbol con sus primos, se graduó en cinturón negro de karate y levantó diversos trofeos en cada competencia de natación en la que asistió. Su amor por el cigarro y el alcohol la alejaron de tener un mejor futuro como atleta, pero ha redireccionado sus esfuerzos a la enseñanza, actividad que realiza con todo su corazón.
Así que cada uno de ellos, amigos desde el jardín de infancias, desenvolvía sus universos diferentes en aquellas escaleras que daban hacia una calle desierta. Pocos carros pasaban por ahí y casi nadie utilizaba la plaza del frente de la casa de los morochos debido a la inseguridad.
Pero a este grupo de amigos, su mundo eran esos 10 escalones en piso de cerámica. Lo que ocurriera del portón para ellos pocas veces les llamaba la atención.
Las reuniones empezaban en la cocina, con Julia haciendo una nueva receta de pasapalos que habría conseguido en internet: ceviche de merluza, pinchos de fruta, pepinillos a la mostaza y un largo etcetera. Mientras que Armando llenaba la cava roja con hielo, ya sea para las bebidas de Krystal o la cuba libre que amaba Rafaela, el hielo era un invitado fijo en cada encuentro.
El primero en llegar era Hermes. 9:00 de la noche, puntual. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Estacionaba su caliver blanco en todo el frente de la casa de los morochos. Tocaba el timbre y esperaba. Armando abría la puerta.
Armando
¿Qué pasó, Hermesillo? ¿Todo bien?
Hermes
Todo bien, Armando... pufff... de un cansado... me tocó atender a una comisión de chinos que se instalarán en los próximos meses en las minas de la zona. Les intenté explicar que las maquinarias de acá usan artilugios que han desarrollado nuestros propios técnicos y vaya que me costó.
Armando
¿El traductor no te ayudó?
Hermes
No, bueno, quería decirlo yo en mandarín, he tomado clases en estos días por internet y era tremenda oportunidad para practicar con esos chinos.
Armando
(risas) De verdad que tu estás loco, poniendo en práctica un idioma que aprendiste en internet. Pasa adelante, vamos a la cocina, hoy Julia está preparando sadwiches de pera y chorizo.
Hermes
¿Pera con chorizo? Y tu dices que yo soy el loco.
Como era costumbre, los padres de los morochos estaban de viaje. Las empresas en todo el país del papá de Julia y Armando los mantenían bastante ocupados. El morocho y Hermes cruzaron la sala con un zoológico de vidrio en todos los tamaños, desde una pequeña manada de elefantes alrededor de la biblioteca, hasta el cisne que ocupa la mayor parte de la mesa del comedor.
Monos, cerdos, leones, águilas y demás animales es lo que más destaca en la estancia, con algunos cuadros de paisajes en las paredes. Hermes es especialmente metódico con su caminar, no quiere tropezar con ningún adorno. Armando pasa entre las piezas de vidrio sin mayor cuidado.
Al llegar a la cocina, Julia se divide entre las tablas del mesón para picar los chorizos y las peras y atiende con una mano la plancha donde se tuestan los panes. La música no puede faltar. Los tonos góticos de Lacuna Coil es lo que envuelve el ambiente de la cocina, cuya iluminación blanca es perfecta en cada rincón.
Julia
¡Pero que puntual, Hermes! Bienvenido. Hay cerveza en la nevera y en la cava está el ron y la coca cola. Sírvete.
Hermes apenas puede responder con su cabeza ante la invitación. Una sonrisa timida está en su rostro y sus ojos no le quitan la vista al cabello de Julia que le llega por sus orejas, junto a su cuerpo delgado que hipnotizaba su mirada. Como si fuera un zombie, abre una cerveza y disfruta el espectáculo. Suena el timbre y Armando va a abrir la puerta.
Armando
¡Alfonso! ¡Bienvenido!
Alfonso
Gracias, pequeño Armando.
Armando abre la puerta, Alfonso solo da dos pasos y cae en el tercer escalón.
Alfonso
No puedo caminar más, hoy di clases de TRX, insanity y luego algo de tae bo porque una de las instructoras faltó y estoy lo que se llama mamao. ¿Ya llegaron todos?
Armando
(Que se sienta a su lado)
Solo Hermes. El loco se puso a practicar chino con una comisión que llegó hoy a inspeccionar unas minas.
Alfonso
¡Está loco! Esos chinos son peligrosisimos si se sienten ofendidos. ¡Pinga! Yo no les diría ni pio a esos locos, aunque supiera como se pronunciara como se escribe y como se come ¡Nojoda, está loco! ¿Cómo vas tu con la búsqueda de trabajo?
Armando
Igual. Las empresas están quebradas y me sale un tigrito de vez en cuando. Nada fijo. Es una ladilla ser recién graduado.
Krystal
¿Me lo dices o me lo preguntas?
Desde el portón se veía la silueta perfecta de Krystal. Con un vestido oscuro hasta las rodillas que destacaba sus curvas femeninas, con el toque de sus tacones negros. Su cabello rojo posaba sobre sus hombros y rozaban sus pechos pronunciados. Acababa de estacionar su malibu blanco. Un clásico que la ha llevado por mil batallas.
Armando ríe y le abre la puerta. Krystal le da un beso en el cachete y se tira a los brazos de Alfonso. Se abrazan por un rato y luego ella se levanta.
Krystal
Voy a ir a ayudar a Julia en la cocina.
Alfonso
Así es, vaya a la cocina, nojoda (risas)
Krystal se aleja mostrándole el dedo del medio a Alfonso. Camina con cuidado entre el zoológico de vidrio y llega a la cocina. Ahí estaba Hermes, con una cerveza en la mano, escuchando a Julia que no paraba de verter aceite de oliva entre los chorizos y las peras.
La recién llegada le da un beso y un abrazo a Hermes y luego se funde en un largo abrazo, que incluye brincos en la cocina, con su amiga del alma.
Julia
Marisca, hasta que llegaste. Resulta que le estaba contando a Hermes que me mandaron a hacer un vaciado de cemento y el tipo llegó con la mezcla como con 10 grados por encima de lo estimado y les dije ¡Se volvieron locos! Ese cemento no durará nada allá abajo y los mandé a freir monos y...
Krystal
Hablando de freír ¿Qué es esto?
Julia
Mana, una receta nueva: sandwich de chorizo y pera. Les va a encantar. En España son una sensación.
Krystal (con cara de espanto)
No puedo esperar a probarlos. ¿Cómo estas Hermes? ¿Ya le confesaste tu amor a Julia? (ríe con mucha malicia)
Hermes
Dejate de esas cosas, Krystal, que después Julia se lo cree y no me la puedo quitar de encima.
Todos ríen en la cocina. Mientras Rafaela se asomaba en el portón. Fumando, como la mayoría de las veces, saluda chocándole las manos a Armando y se tira a abrazar a Alfonso. Se sienta con sus dos amigos. Su voz ronca la pueden escuchar en la casa de al lado, está vestida con un pantalón deportivo y una chaqueta de tres rayas que van desde el cuello hasta las manos.
Rafaela
¿Qué pasó? ¿Qué hay por ahí?
Armando
Llevándola, Rafaela. ¿Qué tal tu día?
Rafaela tira lo que queda de su cigarro y saca de su bolsillo una caja. Le quedan tres. Lo prende y responde a Armando.
Rafaela
Bien, chamo. Todo bien. Con poca plata y mucho trabajo, pero vamos bien chamo.
Julia
¡Hola mis comensales! El menú de hoy les trae sandwich de pera y chorizo.
Todos responden con un gran: ¡Ascoooo!
Julia
¿Qué les pasa? En España son la sensación. ¡Vamos! ¡Coman!
Armando es el primero en darle un mordisco a los pequeños sandwiches que trae su hermana. No puede ocultar su satisfacción con un largo "hmmmm" que invita a sus amigos a agarrar de entre el montón de panes.
Cada uno disfruta de los pasapalos. Krystal sirve ron con coca cola a cada uno de los invitados. Alfonso, con su octavo sandwich en su boca exclama.
Alfonso
¿Saben lo que más me gusta? ¡Es que tiene el chorizo adentro!
El resto responde con la boca llena y se escucha una risa estridente desde la calle. Todos voltean hacia afuera. No se veía nada aparte de los carros.
Alfonso
¿Qué fue eso?
Armando
¡Nada marico, que tu chiste fue tan bueno que hasta los fantasmas se rieron!
Krystal
(Después de un trago largo para aplacar los nervios) Déjate de pajas. ¡Alguien estaba cerquita del portón!
Rafaela
¿Quieres que demos un vistazo pa' que te quedes quieta?
Julia
No, no, mejor nadie salga.
Hermes
Yo puedo asomarme desde el techo a ver si veo algo afuera.
Armando
Vamos, Hermes, así Krystal no se pone más nerviosa.
Alfonso
Creo que lo mejor, mientras tanto sería irnos para adentro.
El grupo entra a la casa, Alfonso y Armando meten la cava y la bandeja de panes. Las muchachas entraron directo a la cocina. Armando llega con Alfonso y pregunta.
Armando
¿Y Hermes? Yo le dije que iba con él para el techo.
Julia
Se habrá adelantado. Quizás le mataba la curiosidad.
Alfonso
Vamos a subir, Armando. Ya venimos muchachas, no salgan de la cocina.
Krystal se sienta en una de las butacas de la cocina. Bebe otro trago largo, Rafaela la intenta confortar. Julia agarra su celular y empieza a llamar. Suena el teléfono de Hermes desde la sala.
Las tres se ven una a la otra.
Julia
Hermes está en la sala ¿Cómo bajó?
Julia sale de la cocina y va a la sala. El teléfono de Hermes sigue sonando... está en el piso de cerámica. Julia lo toma y regresa a la cocina.
Julia
¡Mariscas! El teléfono de Hermes estaba en el piso ¿Qué es esto?
Krystal empieza a respirar rápido. Rafaela se queda tiesa. Julia cuelga su teléfono y se les queda viendo. Desde la sala viene una sombra rumbo a la cocina. Las tres brincan al escuchar la voz de Alfonso.
Alfonso
No estaba en el techo. Hermes no estaba en el techo y no había nadie en la calle.
Armando
Llámenlo al celular para ver si...
Julia
Lo llamé. Pero el teléfono estaba en medio de la sala.
Los cinco amigos quedaron estupefactos. Nadie hablaba. Hasta que sonó otra vez la risa estridente, pero esta vez desde el patio de la casa de los morochos.
Continuará...
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