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martes, 3 de marzo de 2015

Los juegos de Roberto


Está muy oscuro. A lo lejos se escucha una gotera, cuyo sonido se expande por los amplios pasillos.

- ¿Qué es eso? - Pregunta una chica delgada, de cabello amarillo y con una minifalda que muestra sus torneadas piernas.

- Deja el miedo, Laura – responde de forma enérgica una adolescente de piel blanca y cabello negro, sus pecas eran lo que más abundaban en su rostro – Ni siquiera hemos entrado aún.

- Ali, deja de regañar a Laura – dice una tercera, cuya piel es de color canela y de cabello rizado – esa debe ser una gotera del baño, estamos cerca-

- Cállate y prende la linterna, Diana – reprende Ali – Parece que soy la única que vino vestida a la ocasión.

Diana también tiene un vestido tan corto como el de Laura, mientras que Ali viste con una camisa manga larga y pantalones negros.

- Si seguimos hablando así, nos va a escuchar el vigilante de la escuela – responde Diana de forma desafiante.

- ¿Y por qué no nos vamos? - dice Ali viendo a todos lados. La oscuridad las rodea en la parte de atrás del colegio donde estudian.

- Prometimos que íbamos a hacer esto, nadie se raja ahora- Ali tiene el ceño fruncido. - Vamos por aquí-

Hay una brecha en la cerca de metal que rodea el colegio, Ali lo levanta para que sus amigas pasen.

- Menos mal que no hay nadie por aquí, porque se les ve todo – hay un tono de sarcasmo en la voz de Ali.

- Estúpida marimacha – responde Diana

- Chicas, chicas, apurémonos – dice Laura del otro lado de la cerca, mirando todo a su alrededor.

Las tres caminan hacia una pared llena de huecos de ventilación, el sonido de la gota aumenta a medida de que ellas se acercan al colegio. Diana va de primera y empieza a escalar la pared. La siguen las otras dos.

Pronto están adentro del colegio.

- Vamos por esos exámenes y marchémonos – dice Ali.

Las tres avanzan por los pasillos que están tímidamente iluminados por lámparas de tubos.


Está muy oscuro. El viento pasa con fuerza a través de los agujeros de ventilación que hay en una pared cercana.

- ¡Wow! - dice un adolescente de piel blanca y cabello rapado - ¡Aquí si hace frío, coño!-

- ¡Baja la voz, Gregorio! - responde con enfado un chico de piel oscura que intenta abrir una cerradura – Nos va a escuchar el vigilante.-

- Buff, Barry, con la cancha aquí al lado no hay nada que detenga el viento ¡Que frío hace acá! - comenta Gregorio mientras se pone la capucha de su sueter amarillo.

¡Click! La cerradura está abierta y Barry abre la puerta lo suficiente para que entren los dos.

- Listo, ya estamos dentro del laboratorio de biología. Ahora ¿Dónde lo dejaste? - dice con fastidio Barry.

- A ver... -

Gregorio camina de un lado a otro de las estaciones del laboratorio, mira en los cajones de madera, entre herramientas y utensilios de vidrio.

- ¡Ajá! ¡Aquí está! - triunfante, Gregorio levanta una bolsa de marihuana. - El profe casi me pilla, pero lo pude esconder a tiempo.-

- Sí, pero lo olvidaste, idiota. Vámonos.-

Los chicos caminan hacia la puerta. Escuchan unos pasos en el pasillo, se detienen. Gregorio se pone pálido.

Barry hace unas señas para que caminen hacia atrás. Se esconden detrás de la última estación del laboratorio.

- ¡Mierda! ¡Mierda! - dice Gregorio repetidas veces.- ¡No me pueden expulsar de otro colegio! ¡No pueden!-

- ¡Shhhhh! - le reprende Barry.- Baja la voz. Vamos a quedarnos aquí un rato hasta que se vaya el vigilante.

Los pasos suenan con pesadez en el pasillo. Retumba el eco por las paredes hasta hacer temblar a los utensilios de cristal.

Una ráfaga de viento suena con fuerza.

Está muy oscuro. Hay una vela que apenas alumbra el rincón del aula. A su alrededor hay un oso de peluche, varios tacos de colores y una tabla tallada con extraños símbolos.

- Francesca, solo nos falta decir las palabras y el conjuro estará listo ¿No estás emocionada? - una chica pálida, delgada y vestida totalmente de negro, aplaude repetidas veces, pero sin hacer mucho ruido.

- Sí, Jessica, es muy emocionante, pero tienes que controlarte. No consigo el papel ahora – los dedos largos y pálidos de Francesca tiemblan en su mochila negra con una gran calavera blanca. Resopla para que su cabello lacio y morado no le obstaculice la visión.

Mueve dos libros, esquiva su reproductor de música portátil, alcanza el fondo de la mochila de donde saca un papel arrugado y amarillento.

- Aquí lo tengo. Ahora sí estamos listas. Ya conoceremos a Roberto – Francesca sonríe ampliamente. Le toma la mano a su amiga.

Coloca el papel amarillo sobre la tabla y entre las dos empiezan a leerlo al unisono.

A esta hora en la oscuridad
que se abra la puerta del más allá
que nos permita la bienvenida
a Roberto entre los que tenemos vida

Silencio.

- Ni modo, Francesca, igual había que intentarlo -
- No lo entiendo. Si lo asesinaron aquí, su alma debe estar atrapada en este salón... a lo mejor sí...-

De un solo golpe la vela se apaga.

- ¿Qué...? - apenas exclama Jessica, pero la risa de un niño le interrumpe.

Silencio.

- ¿Ro... Roberto? - dice Francesca.

- (risas del niño) ¿Quién... me busca?- responde desde la oscuridad con un tono juguetón.

- Ho... ho... hola, soy Francesca -

El niño estalla en risas. Se enciende la luz del aula y está flotando sobre las chicas, con sus ojos negros sin vida, su ropa rasgada, sus dientes afilados sonríen con malicia.

La risa de Roberto hace eco en todo el colegio.


- ¿Qué fue eso? - dicen al unisono Laura, Ali y Diana en la oficina de profesores. Lo mismo exclaman Gregorio y Barry desde el laboratorio de biología.

- ¡No sé que es eso! ¡Pero tampoco lo quiero averiguar! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! - Laura grita sin control, sale corriendo de la oficina. Ali y Diana corren tras ella.

- ¡Espera Laura! ¡Espera!-

- ¡Vamonos loco! ¡Prefiero a que me expulsen a que me maten!- Gregorio marcha a toda velocidad y deja el laboratorio. Barry va detrás de él.

En la conexión del pasillo principal hay una gran colisión, todos los personajes caen al suelo, excepto Jessica. Los muchachos se miran entre sí.

- ¿Quiénes son ustedes? - Diana apunta con la linterna a la cara de Barry.

- Relájate, solo se nos había quedado... algo...-

- ¿Laura? ¿Eres tu? - dice Gregorio. Diana le apunta con la linterna.

- ¿Gregorio Carpio? ¿Qué mierda haces aquí? - reprendió Ali.

- Lo que dijo mi amigo Barry, veníamos porque... porque...-

- ¿Dónde está Jessica? ¿Dónde está Jessica? - Francesca está fuera de control.

- ¡La zombie está aquí también! ¿Qué hace aquí la enferma esa? - recrimina Laura.

- ¿Qué está pasando acá? ¿Quién es Jessica? - dice Barry.

- ¡Ahí viene! ¡Ahí viene! - Francesca se arrastra hacia atrás.

- ¿Quién? ¿Quién viene? - Diana voltea con la linterna.

Diana alumbra a Roberto, quien camina lentamente hacia ellos. Ríe.

Todos están petrificados. Roberto, empieza a levitar enfrente a ellos y Diana no deja de iluminarlo. La linterna se apaga. Oscuridad.

Todos gritan.

- ¡JUGUEMOS! - ríe Roberto.

Foto de Fallen Angel

Una fuerza sobrehumana atrapa al grupo de jóvenes que vuelan por los aires.

En el trayecto son separados.






Escoge una pareja


Ali y Francesca

Barry y Laura

Diana y Gregorio






Escribe en los comentarios la pareja que deseas saber su suerte, junto con tu email para enviártelo directamente.

O envíame un correo a mynameisteo@yahoo.com con los nombres de los personajes que quieres saber su destino en el asunto.

@mynameisteo

sábado, 28 de febrero de 2015

Reencuentro 2008


"¡Volvamos a vernos, clase del '99!"

El email estaba lleno de palabras efusivas, recuerdos melancólicos y un insistente "por favor" en cada dos líneas. Lo firmaba Elisa Hilton.

Alfredo dudó. Habían pasado nueve años desde que se graduó en la secundaria y su vida estaba estancada. No quería saber de lo bien que le iban a sus antiguos compañeros. Así que estaba decidido a borrar el mail hasta que recibió una llamada.

- Hola

- ¡Hola Alfredo!

- Sí... ¿Quién es?

- ¡Soy Yarimar! ¿Cómo estas?

Alfredo continuó la conversación simulando normalidad, pero por dentro su corazón estaba a punto de estallar. La emoción de hablar con aquella morena que lo había enamorado en la secundaria le hacía sentirse adolescente otra vez.

- Está bien, nos vemos en el reencuentro...-

Alfredo corrió al closet. Debía tener algo que impactara a su viejo amor.


Llovía con intensidad cuando Alfredo tocó la puerta de una casa vieja pero grande. Del interior apareció Elisa.

- ¡Alfredo! Pero si no has cambiado ni un poco. Adelante, adelante, bienvenido-

Adentro habían cuatro personas alrededor de una mesa en el centro de la sala. Los muebles eran tan antiguos como la casa, pero se notaban bien conservados. Sonaba una música caribeña que alegraba el sitio.

- ¡Alfredo! Hombre, que no has cambiado nada -

- Me lo han dicho... Pero lamento mi poca memoria...-

- No pasa nada, soy Germán Barrientos. ¿Recuerdas? Bueno, pesaba como 100 kilos menos en aquella época-

- ¡No! ¿Germán? ¿La estrella de nuestro equipo de fútbol...?-

- Hombre, tuve una operación en la rodilla y de ahí perdí la figura, jajajaja-

- Alfredo, bienvenido -

- Karla... tu... sí que estas cambiada -

Karla apenas sonrió. El cuarto personaje se levantó de un salto.

- Mucho gusto, soy Edgar Espinoza. El esposo de Elisa -

- Ah, un placer-

Las risas no se detienen por las siguientes dos horas. El grupo está igual.

- Creo que la lluvia le impidió a mucha gente venir - se lamentó Elisa.

- Quizás ellos tendrán más responsabilidades que nosotros - rió sonoramente Germán

- Yo en un rato me voy, tengo que levantarme temprano - comentó Karla.

La música caribeña retumbó sola en aquella sala.

- Sí, me pareció raro no haber visto a Yarimar -

- ¿Yarimar? ¿Cuál era esa? -

- Emmm... una morena que se la pasaba conmigo... la que entró en el último año de la secundaria -

Todos estaban en silencio, intentando pensar.

- No la recuerdo ¿Ella dijo que venía?-

- Sí... ella... me llamó-

Silencio, solo suena la música.

- Yo voy a la cama. El clima me pone lento, un placer conocerles -  Edgar se retiró con poca efusividad.

- Estoy tratando de hacer memoria, pero Alfredo, eran pocas las veces que te veía acompañado. Ibas de la biblioteca al salón y viceversa- comentó Karla.

- ¡Cierto! Pocas veces jugamos fútbol -

- Pero ella hablaba con todos en el salón de clase.- continuó Alfredo- Nunca llegaba tarde, se sentaba a mi lado... una morena... como de mi estatura... ¿No la recuerdan?-

- ¡Esto me está poniendo de los nervios! - Elisa tomó un trago largo de vino. - Voy a revisar en el ordenador la lista de personas a las que envié el mail. Ya vuelvo.-

Elisa se marchó y la música se detuvo. Solo se escuchaba el sonido de la lluvia.

- ¿Estaba buena?- sonríe Germán.

- Era... era muy linda- aseguró Alfredo.- Es increíble que no recuerden a Yarimar.

- A mi no me culpes, yo no estaba precisamente pendiente de las chicas en ese tiempo - Karla ríe de forma maliciosa.

Elisa volvió con una página en su mano.

- Chicos, estoy buscando y por la "Y" no tengo a nadie en los contactos de la secundaria. Mira, paso de la "T" de Teodardo Castillo a la "Z" de Zoe Galván.-

Germán y Karla miraron la hoja junto a Elisa. Efectivamente no estaba el nombre de Yarimar.

Alfredo tomó su mano, simuló que tenía un teléfono.

- ¡Hola Yarimar! Justamente estábamos hablando de ti!-

Los tres ex compañeros estaban paralizados.

- Ya te abro la puerta -

Alfredo se levantó y caminó hacia la puerta.

- Esto tiene que ser una broma...- dijo Germán, pero sin poder moverse.

Alfredo abrió la puerta y las chicas aguantaron el grito. Germán se puso delante de ellas.



No había nadie.

- Ahora me van a decir que no se acuerdan de ella - sonreía Alfredo de forma extraña. - ¡Mírenla!-

- Alfredo... Alfredo... ahí afuera no hay nadie-

Alfredo cerró la puerta...

... y más nunca se supo de ellos.

@mynameisteo

domingo, 22 de febrero de 2015

Big Eyes


Ella mantenía su concentración en una pieza de ropa que acomodaba en la vitrina. Él mantenía su concentración sobre ella desde la caja. Tanto la veía que el cliente que entró en la puerta tuvo que hablarle tres veces hasta que respondiera.

- ¿Lo tienes?

- ¡Ah! Perdón ¡Hola!

- ¡Hola! Los zapatos ¿Los tienes en talla más grande?

- Emmmm, no, no. Lo siento.

El cliente se volteó y vociferó algo. Ella se rió del cliente. Él rió con ella buscando complicidad.

- ¿Qué le pasó?

- Nada. No sé la verdad. Yo... voy a tomar agua-

- Anda-

Él salió por la puerta de atrás de la tienda, encendió un cigarro y disfrutó cada bocanada. Aunque en su mente todavía tenía la imagen de esos grandes ojos negros que le habían hipnotizado. De esa chica de brazo tatuado que le había enganchado. De ese cabello negro que caía sobre la piel blanca.

Terminó el cigarro, volvió a la tienda.

Ahí estaba ella, con sus grandes ojos viendo al vacío. Yacía sobre un charco de sangre. Sobre ella estaba parado El Cliente, mostrando sus dientes, con su mirada en él. Viéndole fijamente con un hacha que goteaba sangre.

- ¿Ahora sí tengo tu atención?

Él estaba paralizado del miedo. El cliente caminó hacia él con su hacha en mano.

Pronto él y ella estarán juntos de nuevo.

@mynameisteo