lunes, 23 de febrero de 2015

Iniku



Iniku nació como una bebé más en el Hospital de aquel pueblo minero.

Su piel canela y sus ojos marrones cautivó a sus padres desde el primer momento en que la vieron.

Iniku creció en ese pueblo, ahí jugó, rió y cursó su escuela entre subidas y bajadas.  Los amigos de infancia la acompañaron hasta la secundaria. Estudió lo suficiente para aprobar, disfrutó la fiesta de graduación por todo lo alto.

Su vida era casi normal. El único problema de Iniku llega cuando cierra los ojos.

La primera vez pasó al segundo día de haber cumplido 18 años. Soñaba con que volaba, con que su cuerpo no pesaba y rozaba el techo de su habitación.

Al abrir los ojos por la mañana, descubrió que no era un sueño al tener su cara frente a la lampara del cobertizo. Al estar despierta, su cuerpo volvió a tener peso, cayó sobre su cama y rebotó para tener un aterrizaje forzoso en el suelo.

Sus padres abrieron la puerta alarmados por lo que ocurría. Ella les dijo que solo había caído de la cama.

Esa noche, a Iniku le costó conciliar el sueño. Solo cerraba los ojos y cuando tenía la sensación de ser una pluma, despertaba de golpe, para evitar volar alto. El sol se asomó por su ventana y ella apagó con terror su alarma. Debía ir a la universidad.

Iniku tenía los ojos pesados en el camino. Sentada en el autobus, le hacía una lucha al sueño que la atacaba. Hasta que se rindió y se quedó dormida. Su cuerpo fue a parar al cobertizo del bus y un señor aprovechó para tomar su puesto.

Así, Iniku decidió que tendría que aprender a dormir. Usó piedras en sus medias, pero despertaba parada en su cama. Usó cuerdas para amarrar sus manos, pero despertaba con las muñecas moradas. Incluso colocó sobre ella todos sus libros, pero fue inútil, despertó flotando y al caer en la cama, lo hizo sobre un montón de libros rígidos.

Hasta que cambió su forma de dormir. Lo hizo boca abajo. Así que cuando abría los ojos estaba lista para el aterrizaje. La técnica le duró sus años de soltera, pero conoció a Leonardo, el chico que la enamoró locamente.

Tuvieron un noviazgo lleno de rosas, paseos y chocolates. Luego empezaron a hablar de matrimonio, pero Iniku esquivaba el tema, no quería que Leonardo supiera de su anormalidad.

Sin embargo, el amor fue más fuerte que su defecto. Y en la noche de bodas quedaron rendidos después de tanta pasión...

... a la mañana siguiente, Iniku estaba aún en la cama.

Cuando miró a su alrededor, Leonardo le tenía un brazo encima.

Iniku respiró profundo y volvió a dormir.

Nunca durmió tan bien.

@mynameisteo

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